David Beckham es uno de los "damnificados" por esa particular teoría que tiene Carlos Queiroz sobre el asunto de las rotaciones. Aunque el inglés está dispuesto a aguantar lo que sea con tal de demostrar que con él no se equivocaron. El sábado, ante Osasuna en Pamplona, volvió a demostrar que es un futbolista en quien se puede confiar. Suyo fue el pase que originó el gol de Ronaldo (1-1), pero es que además Beckham comprendió rápidamente (si es que sus compañeros no se lo habían advertido ya con anterioridad) qué tipo de partido sería aquel, en un campo pequeño y ante un público muy "britanizado". Beckham fue el mejor antes, durante y después del chaparrón ofensivo que mantuvo al Real Madrid demasiado próximo a Casillas, temeroso de que pudieran caerle otros cuatro goles como sucedió en Sevilla. Sin Zidane, Figo y Roberto Carlos, el inglés demostró que es un auténtico especialista en situaciones difíciles.
He oído hace poco a Diego Maradona decir que Beckham le parece más un maniquí que un futbolista. El "pelusa" no coincide en ese punto ni con Alfredo di Stéfano (por motivos obvios) ni tampoco con Johan Cruyff. A preguntas de un periodista sobre si estará este miércoles en el partido que su equipo dispute en el estadio Santiago Bernabéu contra el Atlético de Madrid, Beckham no ha dejado lugar a la duda: "Ya he jugado con dolor en otras ocasiones. Estaré porque es mi primer derbi en España, un partido muy especial para mí".