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Juan Manuel Rodríguez

Un pasatiempo trascendental

Si el presidente del Cruz Azul mejicano ha decidido despedir al entrenador y a todos los jugadores como consecuencia de no haber ganado un sólo partido en los últimos cuatro meses es porque el fútbol se ha convertido en un asunto muy serio. Albert Camus decía que no existía un lugar de mayor felicidad humana que un estadio de fútbol. Pero... ¿Y la infelicidad? La del Nobel francés quedaba encerrada en sus obras (a mí, por ejemplo, "La Peste" me deprimió profundamente) para luego liberarse con el fútbol, descorchándose como si de una botella de champagne se tratara. Para Camus consistiría sólo en eso, un juego sin pretensiones, un divertimento entre "Calígula" y "El Extranjero", una forma de aliviarse de tanta amargura existencial. ¿Pero qué pasa con quien sólo tiene el fútbol?

Camus no habría comprendido nunca al presidente del Cruz Azul, ridiculizado por sus colegas, señalado por el dedo acusador de los periodistas y perseguido hasta la misma puerta de su domicilio particular. Algo había que hacer, puesto que para ese directivo mejicano el fútbol había perdido su sentido lúdico, el de esos míticos partidos entre solteros y casados. El antropólogo inglés Desmond Morris, autor del "zoo humano", dice lo siguiente: "Un partido de fútbol no es un pasatiempo cualquiera. Incapaces de cazar por sí mismos, los hombres de la tribu del siglo XX se ven obligados a expresar sus impulsos más primitivos en esa actividad substitutiva. Al comenzar cada partido, miles de ojos observan la representación de una cacería ritual. El arco para el gol es la presa y debe ser alcanzada y muerta con la misma arma tribal, la pelota". Y digo yo, ¿a quién le gusta que la presa se escape siempre y en cualquier circunstancia?... Miles de ojos empezaron a dirigirse hacia el palco y, angustiado por la seriedad del problema, el presidente del Cruz Azul tuvo que echar a todos antes que pasar a convertirse él mismo en una presa fácil para sus aficionados.

El fútbol ha cambiado mucho desde que Camus jugara como portero en el equipo de la Universidad de Argel. Sólo hay que pasearse un domingo cualquiera por un partido infantil para darse cuenta de eso. Y a nivel profesional, mejor olvidarse. Uno no puede permitirse el lujo de transformarse en un perdedor durante demasiado tiempo, ya no es suficiente con la moral del Alcoyano. Por eso el presidente del Cruz Azul ha preferido quedarse sólo antes que seguir en mala compañía. El ya no era un hombre feliz, sino más bien todo lo contrario. El fútbol se había convertido para él en un pasatiempo trascendental.

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