El fútbol acaba de dotarse de un marco legal que regule a partir de este momento los traspasos entre jugadores. Y lo ha hecho aprovechando la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno que se ha clausurado en Estocolmo. En presencia del Primer Ministro sueco, Goran Persson, y del Presidente de la Comisión Europea, el italiano Romano Prodi. Allí han estado Joseph Blatter –presidente de FIFA– y Lenart Johansson –presidente de UEFA–, europeos ambos, para certificar que desde el 24 de marzo de 2001 el fútbol dejará de ser una jaula de grillos, una sociedad al margen, un circo en el que todo es posible incluso los domingos. Es un buen tanto para los dos máximos responsables del fútbol mundial puesto que el marco no podía ser más elevado. Ahora sólo les queda meter en cintura a los "egipcios", comisionistas a tiempo parcial y otras gentes de mal vivir. Pero para empezar no está nada mal.
¿En qué consiste el acuerdo? Aunque es muy amplio podríamos reducirlo a algunas cuestiones fundamentales. Por ejemplo: los contratos deberán tener un tiempo mínimo de duración –un año– y un tiempo máximo –cinco años–. Si un futbolista firma un contrato por cinco temporadas y tiene una edad inferior a los 28 años, deberá cumplir al menos tres. Si supera esa edad, estará forzado a permanecer al menos dos años. En caso de que club o futbolista rescindan unilateralmente el contrato serán inmediatamente multados. Y sólo se podrá negociar la salida de un jugador al final de cada temporada (aunque se fija una fecha a mitad de la misma en la que también podrá hacerse).
Si un futbolista decide marcharse de un club tras el primer año y después de haber firmado por cinco sufrirá una sanción de cuatro meses. Castigo que se verá ampliado a seis si abandona al término de la segunda temporada. Asimismo se establece un sistema de compensación a la formación (aplicable a los menores de 23 años). Y con respecto a aquellos jugadores que tienen menos de 18 años, su traspaso internacional estará siempre sujeto a determinadas condiciones (¡ya era hora!), en base a un código de formación.
Por lo que se puede apreciar el fútbol empieza a ser profesional en todos sus aspectos, y no sólo en los sueldos millonarios de algunos jugadores. Empiezan a andar lo desandado. Ahora a los señores Blatter y Johansson sólo les queda redefinir sus funciones y consensuar –por poner sólo un ejemplo que me viene a la cabeza– el famoso calendario único, que es al fútbol lo que el Plan Hidrológico a la política nacional.
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