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Algunos miembros relevantes del "circo" de la Fórmula Uno utilizan un léxico militar, "¡señor, sí señor!", para exigir el reequilibrio de fuerzas en el campeonato del mundo. Por ejemplo, Patrick Faure, presidente de Renault F1, que dice lo siguiente: "Si Ecclestone y Mosley lo creen necesario, pueden decretar el estado de urgencia y pedir al Consejo Mundial la modificación del reglamento con aplicación inmediata". El chuleo de Ferrari en Indianápolis, con Schumacher frenando adrede para esperar a su compañero Barrichello y cruzar juntitos la línea de meta, ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de algunos constructores, hartos del caballito y de quien lo monta. Schumacher no es ya sólo el piloto con más Mundiales en su poder (cinco, como Juan Manuel Fangio) sino que, si Mc Laren o Williams no lo remedian, dejará al argentino en mantillas.

La Fórmula Uno tiene dos problemas graves, uno general y otro "sui géneris". El primero es el económico, y afecta a todos los deportes (incluso al fútbol, que parecía intocable hasta hace un año); muchos patrocinadores han volado –los rumores de un segundo campeonato no ayudan– y las televisiones también quieren pagar menos dinero. El segundo problema es más estructural y afecta a las carreras en sí ¿Alguien recuerda el último adelantamiento que presenció en la Fórmula Uno?... ¡En la carrera de coches por excelencia no se adelanta! Si a todo ello le sumas la abrumadora superioridad de Ferrari, apaga y vámonos.

Max Mosley, presidente de la Federación Internacional del Automóvil, salió el otro día por las bravas y en la revista Kicker dejó caer lo que él mismo definió como "proposiciones muy explosivas". Y tanto. Escondida entre el cambio de sistema de clasificación o la economía en la producción de motores, se encontraba la "madre de todas las batallas", la posibilidad de lastrar con peso adicional a aquellos coches que se muestren exageradamente más rápidos (o sea, a Ferrari). Afortunadamente, tanto Martin Whitmarsh (Mc Laren) como Frank Williams (Williams) han salido a la palestra para defender a la escudería italiana.

El 28 de octubre se reúne el consejo más interesante de la FIA desde hace mucho tiempo. Si Ecclestone y Mosley proponen una "ley anti-Schumi", uno de los mayores espectáculos deportivos habrá empezado a cavar su propia tumba. Si alguien puede pedirle a Ferrari sin que se le caiga la cara de verguenza que expulse a Barrichello, con quien Schumacher "cohabita" sin mayores dificultades, para que fiche a Montoya o Villeneuve, con quien el alemán hace tiempo que no cruza una sola palabra, deduciremos que todo vale. Y no es así. Nunca es aconsejable adelantar por la derecha.

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