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Juan Manuel Rodríguez

Una pelea contra la historia

Cuando cantaban las gestas de Bahamontes, allá a lo lejos, en el Tour francés, seguro que más de un aficionado tendría entonces la sensación de que el toledano se iba al fin del mundo. Exactamente igual que cuando un buen día Manolo Santana decidió marcharse a Londres –¡como si no hubiera una pista más cerca!– para disputar el campeonato llamado Wimbledon. Es probable que alguien dijera entonces lo siguiente: ¿Es que aquí no puede jugar al tenis? La respuesta era "no"; España se les quedaba pequeña y tenían que buscar retos nuevos, nuevas emociones. En pleno siglo XXI, tras las hazañas de Miguel Indurain o la "armada invencible" en la Copa Davis, ya nadie tiene esa sensación... salvo en el boxeo. Ir a boxear a Estados Unidos sigue representando, hoy en día, meterse de lleno en la boca del lobo. Javier Castillejo, el "lince de Parla", hará eso mismo el sábado que viene: introducirse él solito y por propia voluntad en las enormes fauces del MGM de Las Vegas (5005 habitaciones) para retener su campeonato del mundo del peso superwelter ante el californiano Oscar de la Hoya, el "chico de oro".

Boxear contra un americano en Estados Unidos supone ir superando barrera tras barrera hasta el día de la pelea. La primera, la barrera del desprecio. Los americanos no se toman en serio a nadie que juegue al baloncesto o al béisbol; mucho menos a alguien que pretenda boxear de tú a tú con uno de los suyos. Si se trata de subirse al ring con De la Hoya, la indiferencia es total: "¿Javier Castillejo? ¿es mexicano verdad?" No señor, es español; y es el actual campeón del mundo. No digo que los americanos no publiciten la pelea (son los mejores en eso) sino que para ellos el combate ya tiene un ganador desde hace meses, y no es madrileño.

Javi lleva dos meses y medio sudando tinta en el gimnasio de un rancho a treinta kilómetros de Las Vegas. Una ciudad fabricada por un gangster, en la que la gente va exclusivamente a jugarse el dinero y con hoteles con nombres como "Luxor", "Aladdin" o "Nuevo Bonanza", no es precisamente el convento que necesita un púgil. El sábado pasado pude hablar con Ricardo Sánchez Atocha y no tengo la menor duda de que Castillejo llegará bien preparado a la pelea. Aunque hay otro pequeño problema: la historia.

Oscar de la Hoya (él sí se ha tomado muy en serio a Castillejo) boxeará dentro de 72 horas contra sí mismo. Se sube al ring tras haberse proclamado campeón mundial de los pesos superpluma, ligero, superligero y welter. En caso de arrebatarle al español el campeonato del peso superwelter, De la Hoya igualaría a Ray "Sugar" Leonard y Thomas "La Cobra" Hearns. Es el único reto que le queda; a Oscar, como a Bahamontes o Santana les ocurrió con España, el boxeo le queda pequeño; de lo que se trata ahora es de entrar en la historia.

Ahora mismo estoy viendo una fotografía en blanco y negro del combate de Alfredo Evangelista contra Muhamad Ali. Alfredo salió vivo de aquella pelea y aguantó como un campeón los quince asaltos; no sucedió lo mismo con Larry Holmes que le tumbó en el quinto. Desde 1928 (combate de Gregorio Vidal contra Al Brown en la ciudad de Nueva York) han sido varios los españoles que han ido a boxear a los Estados Unidos de América: desde Baltasar Sangchilli hasta Pedro Carrasco –contra Mando Ramos– pasando por Policarpo Díaz Arévalo, el "potro de Vallecas". La suerte ha sido igual para todos: muy mala. Espero que Castillejo rompa la racha. Y, de paso, que les de en los morros a todos los apostadores de la ciudad mundial del juego.

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