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Juan Manuel Rodríguez

Velázquez, Martín Vázquez y Guti

"¡Mari Pili!", gritaban desde la grada a Rafael Martín Vázquez cada vez que trataba de hacer algo distinto. "¡Que no te enteras Mari Pili!", "¡vete a fregar Mari Pili!", "¡dásela al que sabe Mari Pili!"... Un día le dije a Antonio Maceda que en el Real Madrid era muy fácil triunfar y casi me come por los pies. O él me entendió mal o yo no conseguí explicarme bien porque lo que quería decir es que jugar al fútbol debe ser más sencillo rodeado de buenos jugadores. Creo que incluso con esta segunda explicación Maceda seguiría enfadándose conmigo. El era el "rey del mambo" en el Sporting de Gijón, un defensa central con una técnica asombrosa y titular con la selección española. Y sin embargo a Maceda le costó Dios y ayuda adaptarse al Real Madrid. Algo de razón tenía quien dijo una vez que los madridistas iban al campo con la úlcera de estómago a cuestas. A Maceda –como a tantos otros antes y después que él– no le pasaron ni una. A aquel espigado defensa, capaz de salir con mucha clase jugando el balón desde atrás, le vi yo en más de una ocasión quitarse el balón al patadón en una moderna reedición del "¡viva El Escorial!".
 
Carlos Queiroz, recién llegado al banquillo madridista y desconocedor por tanto de la extraordinaria y compleja historia merengue, no tiene razón cuando asegura que el público del estadio Santiago Bernabéu acabará aceptando a Guti, legatario de aquel socarrón "¡Mari Pili!" que le gritaban a Martín Vázquez desde la grada y antes que a él también a Manolo Velázquez. El público del Real prefería mil veces a Goyo Benito. O a Chendo. Y ahora se quedan con Raúl, caso inédito que consigue reunir las virtudes de unos y otros. El año antes de marcharse al Torino, yo le vi hacer cosas a Martín Vázquez que después sólo he visto realizar a Zinedine Zidane. Ni por esas. La gente estaba convencida de que lo hacía para renovar su contrato. "¡Mari Pili que ya no cuela!"... César Luis Menotti llegó a afirmar en una entrevista que M.V. lo tenía todo para convertirse en el mejor futbolista del mundo. Luego acabó apagándose.
 
La diferencia entre Velázquez y Martín Vázquez y Guti es que los dos primeros solían ser titulares y éste último es suplente. Lleva diez años siéndolo y con Queiroz no parece que vaya a cambiar la copla. El no quiere cambiar de aires (como hace poco hizo Tote que acabará triunfando en el Betis) y Florentino Pérez tampoco le quiere dejar escapar no vaya a ser que explote en otro sitio. El otro día Guti acabó revolviéndose contra la grada más implacable del mundo. No fue el primero ni tampoco será el último. El Bernabéu ha pitado a Di Stéfano. Y a Butragueño. Y a Ronaldo. Y algún día le pitará también a Zidane. Va incluido en el sueldo del club de fútbol más importante del mundo.
 

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