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Juan Manuel Sabugo

La Energía Oscura: la mayor incógnita de la física moderna

La energía oscura es una pieza fundamental para que el universo sea lo que creemos que es y, sin embargo, no conocemos nada de ella, salvo que existe.

Hace unas semanas hablé del éter y cómo su invención pretendía resolver la dificultad que tenían los científicos para dar una respuesta convincente a cómo se propaga la luz.

Desde que Edwin Hubble descubriera que los cuerpos celestes están separándose entre sí, la comunidad científica se ha preguntado cómo es posible. La fuerza de la gravedad debería hacer que el universo permaneciera en equilibrio o en contracción. De la misma forma que nuestro sistema solar ha alcanzado una situación estable, con los planetas girando alrededor del sol en una armoniosa danza cíclica y eterna (a escalas de tiempo humano), el universo debería comportarse de la misma forma. Pues va a ser que no.

Si no existiera habría que inventarla

Las observaciones nos enseñan un universo en expansión con un tamaño que está aumentando desde el principio de los tiempos. Para terminar de empeorar las cosas, se ha demostrado que esta expansión se produce cada vez más rápidamente. Según esto, el distanciamiento de las estrellas no se produce de una forma uniforme, como lo haría un coche que se aleja de una ciudad por una autopista a una velocidad constante de 120Km/h, sino como un cohete que acelera, aumentando su velocidad sin fin; cada instante que pasa, la velocidad de separación entre los cuerpos celestes es mayor que en el instante anterior, produciéndose una vertiginosa carrera hacia la expansión infinita.

¿Pero cómo es posible? La gravedad se debería encargar de mantenernos juntitos. Si estimamos la suma de la materia y la energía que nos rodea -ya sabemos que ambas son equivalentes o convertibles-, nos contraeríamos vertiginosamente. Algo falla. Tranquilos, ya sabemos el método de los científicos (como en el caso del éter): cuando hay algo que no conocen, pero que de existir resolvería todos los problemas, se lo inventan. Seamos políticamente correctos: postulan una teoría que lo resuelva. Mejor así, ¿no? Como a esa "cosa" que no ven, pero que debería existir para que todo sea como creen que es, le pueden dar el nombre y las características que deseen, ¿qué os parece "energía oscura"? (queda misterioso). Y concretan que no interacciona con nada conocido (para dar explicación a que no lo hayamos detectado) y que, eso sí, contrarresta la gravedad (para dar respuesta a las observaciones del universo en expansión). Resuelto. No ha sido tan difícil.

Ahora echemos unos números para que todo esto cuadre. Los repartos de materia y energía del universo deberían ser los siguientes: la materia de toda la vida, la que nos rodea (las cosas que vemos, tocamos y olemos, los planetas, las galaxias…) suponen sólo un 5% (más o menos); el 70% tiene que ser energía oscura (insisto, para que las cosas sean lo que parecen ser) y el 25% restante algo que llamamos materia oscura y que es el equivalente a la materia de toda la vida pero relacionada con la misteriosa energía oscura. Según esto el 95% de lo que hay en el universo nos está vedado… hasta ahora.

Dos posibles finales

Con este escenario podemos imaginar qué pasará con esta incesante y frenética huida hacia delante. Tenemos dos posibilidades. La primera es que el universo se expanda y se expanda y se expanda, como un globo que se hincha, hasta que las fuerzas que hacen que las cosas estén estables (la gravedad, las fuerzas nucleares, las fuerzas electromagnéticas) sean insuficientes y todo estalle en mil pedazos en lo que los científicos denominan el Big Rip. Si esto sucediera, ya hay fecha para el evento: en unos 20.000 millones de años.

La segunda es que la energía oscura pierda fuelle, se transforme o mute en gravedad y sea ésta la que gane haciendo que el universo se contraiga hasta un estado idéntico al inicial. El nombre es previsible: el Big Crunch (el Gran Colapso, en contraposición al Big Bang, la Gran Explosión).

El panorama es tal y como parece. La energía oscura es una pieza fundamental para que el universo sea lo que creemos que es y, sin embargo, no conocemos nada de ella, salvo que existe. ¿O no?

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