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Juan-Mariano de Goyeneche

El otro culebrón

¡Qué dura se ha vuelto la competencia en el proceloso mundo de los culebrones desde que el escándalo de la Comunidad de Madrid entrara en escena! Hay quien maliciosamente asegura que "Géminis: venganza de amor" ha concluido precipitadamente porque sus tramas no estaban a la altura de los tejemanejes públicos.

En cambio, en el mundo de Internet tenemos otro culebrón que no decepcionará ni a propios ni a extraños. En marzo de este año, SCO, antigua Caldera Systems International, demandó a IBM por apropiación indebida de secretos comerciales, interferencias ilícitas, competencia desleal e incumplimiento de contrato al haber robado, según ellos, código del UNIX original de los Laboratorios Bell de AT&T -del que SCO se considera ahora propietaria- y haberlo metido en el kernel Linux a modo de donación.

SCO dice textualmente en su demanda que Linux era, antes de que IBM colaborara en su desarrollo, el equivalente en software a una bicicleta, mientras que sus productos basados en el código del UNIX original lo eran a un coche de lujo. IBM habría, según eso, dotado a Linux de las tecnologías clave para equipararlo a un coche de lujo y lo habría hecho introduciendo dentro código de SCO que, para más inri, habría servido para competir con la propia SCO.

Lo cómico es entrar en los datos reales: una de esas tecnologías clave sería SMP, que permite sacar provecho a ordenadores con más de un microprocesador. Pero, curiosamente, no sólo la tuvo funcionando antes Linux, sino que en la actualidad el SCO OpenServer soporta hasta un máximo de 4 procesadores mientras que existen máquinas Linux corriendo sobre 64 procesadores. Otra tecnología, el soporte para microprocesadores de 64 bits, lo incluía Linux ya en 1994 (cinco años antes de que IBM empezara a interesarse por Linux) mientras que SCO sigue sin incorporarlo en ninguno de sus productos en 2003. Como diría Campmany, ¡toma nísperos! ¿Cómo puede robarles nadie una tecnología que no tienen? Si es que, de hecho, ¡ninguna de esas tecnologías clave estaba presente en el código original del UNIX de AT&T! La justicia poética de todos los culebrones tampoco falta aquí: como prueba de que Linux no habría podido llegar a donde está sin ayuda de IBM aduce SCO que ninguno de los desarrolladores del kernel libre, voluntarios aficionados, habría podido nunca tener acceso a los caros equipos sobre los que hacer el desarrollo y las pruebas del código. Y tienen razón: sin ir más lejos, el hardware para hacer el desarrollo de SMP lo donó... ¡Caldera Systems International, actual SCO! Pero lo más divertido es que durante años Caldera estuvo distribuyendo el kernel Linux bajo licencia GPL, licencia que permite que el código así distribuido se copie, modifique y redistribuya. Así que, aun en el caso de que se ignoraran todas las evidencias y se aceptara que IBM había metido código de SCO en Linux, legalmente ese código habría sido liberado para la copia modificación y distribución ¡por la propia SCO! Por cierto que, para acabar de enredar las cosas, según cuenta la revista Eweek –mediante informante anónimo, eso sí– podría ser SCO la que hubiera copiado código de Linux en otros sistemas operativos suyos, violando la GPL...

Además, SCO ha cometido el error de tocarle las narices a los desarrolladores de software libre, que como ya se sabe que son poco animosos se han puesto inmediatamente a trabajar y, por boca de Eric S. Raymond, han refutado párrafo por párrafo toda la demanda. Se puede leer el documento (más de 30 páginas) con todos los detalles –nosotros solo hemos resaltado unos pocos– aquí. Aunque el artículo empieza a resultar un poco largo, no nos resistimos a dar dos últimos datos, uno curioso y el otro pasmoso.

El primero es que el software presuntamente robado era tan secreto que hasta el 19 de mayo de 2003, dos meses después de la interposición de la demanda, SCO lo estuvo dando gratis a través de su propia web y durante años se ha utilizado en las clases de sistemas operativos.

Y el pasmoso: después de toda la que han armado, resulta que SCO no era dueña ni de la marca registrada UNIX (que pertenece desde 1994 a The Open Group) ni de la propiedad intelectual del código: antes de la demanda se la solicitaron reiteradas veces a Novell, su titular, y ante la negativa de ésta ¡siguieron adelante como si nada! Pues a pesar de todo van por ahí mandando cartas a sus clientes advirtiéndoles de que "la responsabilidad por el uso de Linux puede ampliarse a los usuarios finales" y que van a dejar de distribuirlo "hasta que los riesgos que conlleva Linux se entiendan mejor y sean adecuadamente resueltos". Y, efectivamente, acaban de resolverlos. Hace pocas horas han anunciado en rueda de prensa su impuesto revolucionario: no le darán la lata a los clientes que les compren una licencia de UnixWare.

Ay, ¡cuánto caradura hay suelto por ahí intentando sacar con engañifas en los tribunales lo que no es capaz de obtener compitiendo en el mercado!


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