Menú
Juan Morote

Cabreo otoñal

¿De qué le sirve a Esperanza Aguirre, o a Paco Camps, rebajar el tramo autonómico de sus impuestos, si la unidad de criterio brilla por su ausencia en el PP?

Mientras aquí en Valencia no llueve con paciencia, sino que diluvia, más incluso, caen chuzos de punta, y no sólo agua, Rajoy espera reposadamente el momento de su advenimiento. Y cuando la gente habla más de las hijas de Zapatero que de su gestión, España se me antoja completamente dormida. Ya no sé si estas situaciones me cabrean por costumbre, o porque siempre pienso que al fin y a la postre las cosas no tendrían por qué ser como son, que esto se arreglaría si alguien de verdad se lo tomase en serio.

El colmo de arrebato ha venido determinado por la actuación de la ministra de Economía. Como ya anunciamos, el 95% de la subida de impuestos va a recaer en lo que llaman con añoranza marxista "las clases medias". Con este término se designa a los ciudadanos que de verdad sostienen el país. Así, todos aquellos que todavía tengan la suerte de percibir una nómina, ya de empresa, ya del sector público, son los que van a pagar más de 10.500 millones de euros, mientras que sólo 400 recaerán en quienes obtienen rentas de capital superiores a 90.000 euros.

En esta materia, como en muchas otras, el Gobierno está actuando con la complicidad del Partido Popular, que merced a su incoherencia no es capaz de hilvanar un discurso económico mínimamente creíble. ¿De qué le sirve a Esperanza Aguirre, o a Paco Camps, rebajar el tramo autonómico de sus impuestos, si la unidad de criterio brilla por su ausencia en el PP? Frente a un presidente del Gobierno confuso, sin nada que ofrecer a los ciudadanos más allá de un puñado de ocurrencias económicas hilarantes, y con un Ejecutivo preocupadísimo en convertir el asesinato de inocentes en el factor clave de la recuperación de los ingresos turísticos, pues sí, frente a todo esto vemos a un supuesto líder de la oposición convertido en Pinito del Oro.

La diferencia es que en la pasión por los equilibrios la canaria arriesgaba ella, y Mariano frivoliza con el futuro de todos. Frente al cable y la altura del trapecio de la artista, el presidente del PP juega con el despacho del tesorero, los espías de la Comunidad de Madrid, el despilfarro del alcalde, su puesta de perfil en todo lo que debería atacar de frente y para quitar la red, le pone su mejor cara y gesto a quienes no creen en España. De esta guisa, Rajoy sigue en una penitente cadena de equilibrios, con victorias demasiado insignificantes para preconizarle una de verdad. Es difícil no mojarse con la que está cayendo, demasiada agua para no mojarse, no orvalla, diluvia y yo sigo con mi cabreo otoñal.

En Libre Mercado

    0
    comentarios