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Juan Ramón Rallo

Sólo los especuladores pueden salvarnos de Zapatero

Sólo cabe esperar que varias sesiones de batacazos en los mercados acaben por mostrar tanto a los españoles como al resto de europeos que la catástrofe es Zapatero y que si bien España no quebrará mañana, bajo su batuta no parece haber otro horizonte.

Basta una sucinta afirmación de Zapatero para comprobar toda la bajeza moral de la izquierda y de toda la comparsa mediática dispuesta a disculpar los destrozos que este Gobierno está causando al conjunto de los españoles acusando de los mismos a unos ignotos "especuladores". Critica Zapatero, el de las dos tardes, que los especuladores estén actuando basándose en "pronósticos e hipótesis" y no en "datos y hechos".

Al margen de que los datos y los hechos de la economía española ya son argumento suficiente para horrorizarse –20% de paro, déficit público de 12% del PIB y sistema bancario al borde de la quiebra–, los especuladores, todo especulador, actúan siempre basándose en pronósticos, pues su cometido precisamente es el de tratar de anticipar un futuro que es incierto. Si la especulación consistiera en actuar conforme a datos objetivos que todos interpretáramos del mismo modo, simplemente no habría lugar a la especulación, pues todos tendríamos unas expectativas homogéneas sobre un futuro cierto.

Y es aquí precisamente donde los pronósticos que cabe deducir de las actuaciones de los especuladores deberían preocuparnos. Ha bastado con que el jefe parlamentario de Merkel, Volker Kauder, se mostrara favorable a dejar quebrar a los PIGS, a España, para que los especuladores rápidamente huyeran de nuestro país. Del mismo modo, a lo largo de las últimas semanas la previsión de que los alemanes aceptaran un rescate de España como lo estaban haciendo con Grecia impulsaba al alza el mercado de valores español sin que en aquel entonces nadie alzara la voz contra los pérfidos especuladores. En otras palabras, la mayoría de agentes del mercado descuenta una suspensión de pagos del Estado español en el futuro, por mucho que Zapatero lo tache de "absoluta locura"; los socialistas que ahora niegan todo riesgo son los mismos perros (con idénticos collares) sin credibilidad alguna que a comienzos de 2008 nos situaban en la Champions League de la economía mundial, se vanagloriaban de contar con el sistema bancario más sólido del mundo y nos prometían el pleno empleo antes de 2012.

Pero al cabo sólo nos queda confiar nuestra suerte a esos antipatriotas especuladores cuyo comportamiento refleja la calamidad que se nos avecina si Zapatero continúa en el poder y sigue bloqueando cualquier reforma conducente a consolidar el presupuesto y liberalizar nuestros mercados. Sólo cabe esperar que varias sesiones de batacazos en los mercados acaben por mostrar tanto a los españoles como al resto de europeos que la catástrofe es Zapatero y que si bien España no quebrará mañana, bajo su batuta no parece haber otro horizonte posible.

Si bien Rajoy ha renunciado a hacer oposición, los especuladores no parecen estar dispuestos a que Zapatero los arruine. El mayor servicio que podrían prestar a la patria, es decir, a todos y cada uno de los españoles que no abrevan en los aledaños de La Moncloa, es que terminaran forzando la renuncia del presidente del Gobierno. Porque precisamente ese es el lado fuerte de los especuladores: no necesitan que la bomba les estalle delante de sus narices para saber que va a haber una explosión; les sobra y les basta con ver la mecha encendida.

Ahora vayan y lean a los muy patriotas diarios nacionales culpar a la especulación de todos nuestros males. Los mismos que le ríen las gracias a uno de los políticos más nefastos de nuestra historia, los mismos que disculpan todas y cada uno de los atropellos, tropelías y agravios que Zapatero ha infligido y sigue infligiendo día a día a los españoles, se rasgan las vestiduras porque los inversores huyan en desbandada de nuestro país. Eso sí, no se extrañe que los dueños de esos rotativos hayan sido los primeros en expatriar los capitales. Por lo visto, son el resto de mortales los que han de sufrir estoicamente cómo el socialismo los expolia.

En Libre Mercado

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