Menú
Julia Escobar

La izquierda contra Castro

El espectáculo que ofrecieron este sábado los escasos representantes del PSOE y los pocos progres que asistieron a la concentración anticastrista de la Puerta del Sol ha dejado claro una vez más que su espantosa mala fe sólo es equiparable a su espantosa buena conciencia. La cosa empezó con un grupito que enarbolaba una bandera republicana y que fue expulsado con cajas destempladas por los asistentes. Mal comienzo.

Después, cuando apareció Jesús Caldera, empezaron los abucheos que también recibieron Fernando Trueba y, en menor medida Rosa Montero. Aunque parecía una inconsecuencia que se les abucheara, cuando tanto se les había reprochado su ausencia en la concentración del pasado día 12 ante la Embajada de Cuba, en realidad se lo tenían bastante merecido. Caldera, porque su presencia, más que la calderilla de Zapatero, como rezaba alguna pancarta, obedecía a una burda trampa para denunciar el bloqueo; Trueba porque fue a provocar, a insultar y a reírse de un pueblo mártir para después poder declarar que se comportaron como unas fascistas, objetivo que ha logrado y por eso estaba tan contento; incluso Rosa Montero, que nunca ha ocultado su oposición a Castro, estuvo inoportuna y tibia: no se puede hablar a unas personas a quienes siempre se ha negado el pan y la sal, a quienes se ha tratado siempre de “gusanos”, como si fueran los lectores de El País, templando gaitas y haciendo todo tipo de restricciones mentales, porque lo que en ese periódico puede parecer valentía, expuesto ante un auditorio justamente indignado de cubanos escaldados por 44 años de continuado desprecio, no se sostiene.

Así como estoy segura de que Caldera y Trueba siguen tan frescos y ternes en sus reaccionarias posiciones, tengo la impresión de que la indecisa Rosa Montero ha sacado la idea de que para pescar hay que mojarse, como lo demostraron muy bien con sus arengas sus otros compañeros de tribuna.


En Internacional

    0
    comentarios