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Julia Escobar

Los peligros del arte

Batya Gur es una autora israelí, bien conocida de todos nosotros gracias a la editorial Siruela que traduce puntualmente todas sus obras, desde que el éxito de la primera,El asesinato del sábado por la mañana, les animara a ello. Después vinieronUn asesinato literarioyAsesinato en el kibbutzy ahora esteAsesinato musical, cuarta entrega de la serie protagonizada, como las anteriores, por el detective Michael Ohayon. Batya Gur, con su notable destreza para reproducir ambientes muy característicos, como demostró especialmente en la anterior (a mi juicio, la mejor de las cuatro), nos introduce ahora en el mundo de la música clásica, en particular, y de los artistas en general.

La historia gira en torno a los crímenes que afectan a una familia formada por un anciano musicólogo, de origen holandés, y sus tres hijos: un director de orquesta, vanidoso y mujeriego, un primer violín, retraído y más bien homosexual y una chelista, madre soltera y algo neurótica, por añadidura. Todos, algo raritos, guapos y famosos, especialmente el director de orquesta. En esta ocasión, el detective Ohayon se ve implicado en los asesinatos de forma muy personal y, he de admitirlo, no me parece ésta una buena idea, pues creo que una de los éxitos de la técnica de Batya Gur consiste en mantener la autonomía de los distintos planos narrativos en los que transcurre la historia. Por un lado, el mundo de la policía criminal, magníficamente recreado y, por otro, el ambiente donde suceden los crímenes y donde se lleva a cabo la investigación policíaca. Amos niveles se tocan, pero no se mezclan.

En vez de limitarse a crear un personaje fuertemente caracterizado, como suele ser habitual en las novelas policíacas, y urdir un argumento que en realidad sólo sirve para enaltecerlo, Gur profundiza en "el escenario del crimen", que adquiere así una intensidad sobrecogedora. Tal vez sea esta fórmula la que convierte a cada novela de esta ex profesora de literatura hebrea de la Universidad de Jerusalén en una valiosa fuente de información sobre el tema tratado y no es, por tanto, nada extraño que en esta novela rinda un homenaje muy explícito a un maestro del género, el sinólogo holandés Robert Van Gulik quien, a través del juez detective Di, recreó de forma magistral la China del siglo VII.

Batya Gur,Un asesinato musical, traducción de María Corniero, Editorial Siruela, 458 pág.

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