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Julia Escobar

Si este no es el pueblo...

Desde la transición, hubo dos momentos que marcaron un hito, dos ocasiones en las que, incluso los demócratas más tibios, sintieron que la libertad estaba amenazada. Entonces Madrid, y casi todos los pueblos y ciudades de España, se vieron desbordados de gente que, sin pensárselo dos veces, se echaron a la calle para reclamar lo que pensaban que se les había arrebatado.

Ocurrieron ambos hechos, si mal no recuerdo, al día siguiente del intento de golpe del 23F y, varios años y muchos muertos después, al día siguiente, incluso el mismo día, de que ETA asesinara a Miguel Ángel Blanco. Se produjeron momentos de emoción, también de ira, y por supuesto, de liberación, de catarsis

El grito que más me impresionó en la primera ocasión fue el de “¡Si este no es el pueblo, el pueblo donde está!” que, repetido por miles de voces, perdía en aquel momento, por su frescura, por su espontaneidad, toda su carga demagógica. Y el grito que más me impresionó en la segunda, fue una voz que habíamos proferido muchas veces en otro contexto, en otras circunstancias pero que, en aquella ocasión, tomaba unas dimensiones tales que, literalmente, daba un vuelco a la realidad política del País Vasco. Se trataba de la palabra “Libertad”.

Mañana sábado está a punto de producirse una tercera ocasión, tan señalada como las otras dos, a las que todos los españoles, sin excepción, estamos convocados. No es en Madrid, sino en San Sebastián y ya va siendo hora de que los madrileños nos acostumbremos a ser los que salen de viaje y no los que reciben viajeros.

¿Que es arriesgado? Por supuesto, pero más arriesga, por ejemplo, la empresa que lleva la publicidad de Basta ya, que ha sido advertida por altos responsables del PNV de que se atenga a las consecuencias si siguen con la campaña. También han avisado a algunos empresarios de que, si les ven en la manifestación, perderán las subvenciones que reciben del gobierno autonómico. Y a los socialistas vascos que les proponían “aparcar nuestras diferencias”, los máximos responsables del PNV les han contestado que “el parking está lleno”.

Y espero que lo esté, pero de los coches y autobuses de todos nosotros, que podremos gritar esa palabra redentora, esgrimida (¡pero hasta cuándo!) contra los que dicen buscarla a fuerza de muertos, de amenazas, del terror milenario de los destripadores, los mafiosos y los matones de barrio o de distrito, que igual da.

En España

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