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Julio Cirino

El submarino blanco

Los hechos. En estas horas, su foto recorre las redacciones de todo el mundo, aún a medio concluir, se encontró en un galpón de ladrillo a no mas de 40kms de la capital Colombiana (Bogotá) un submarino de mas de 30 metros de largo, 3,5 de alto y otro tanto de ancho.

En el improvisado astillero, las tres secciones del sumergible estaban ya listas para el proceso de ensamblado final; si bien es muy probable que este se realizara en otro “astillero” ya mucho mas cercano a la costa del Pacífico, por cuanto, una vez armado, la longitud y peso de la nave, requerirían de un tipo de transporte extra-pesado, muy visible para recorrer largas distancias.

Si bien las evaluaciones técnicas son aún provisionales, la estructura del casco permite estimar que soportaría unos 100 metros de profundidad, y dependiendo de la planta motriz que se le colocara, podría navegar por horas, a una velocidad de entre 4 y 5 nudos, lo que hace suponer además que sería un navio silencioso y de difícil detección. La maquinaria sofisticada para realizar no sólo el tipo especial de soldaduras que requiere un submarino, sino además la necesaria para probar la estanqueidad del mismo resultó toda de origen ruso.

Los analistas navales que tuvieron acceso a la construcción estimaban que ya completamente equipado, el sumergible tendría un costo no inferior a los 10 millones de dólares.

Las implicancias. Muchas veces las afirmaciones referidas a la sofisticación alcanzada por las organizaciones criminales que se dedican al narcotráfico son recibidas con miradas de escepticismo y sorna. Para los escépticos evaluemos brevemente este hallazgo. Queda clara la existencia de una “cooperación criminal internacional” en varios niveles simultáneos, siendo la transferencia de tecnologías y expertos la forma mas elemental de colaboración. La capacidad financiera de los carteles y el hecho de que emprenden proyectos “conjuntos” queda –si aún existían dudas– plenamente confirmada.

Si bien las pericias no son concluyentes aún, el sumergible podría transportar mas de 100 toneladas de cocaína por viaje. Recibir, ocultar, manejar y distribuir ese volumen de droga, requiere de una sofisticada infraestructura, con un alto grado de organización, inteligencia, comunicaciones y logística.

Las evidencias de la tecnología rusa encontradas en la fábrica, vienen a confirmar que aquellos contactos iniciales de los que se hablaba en 1996, no sólo se traducen en envíos de cocaína colombiana a Rusia sino en operaciones de lavado de dinero en el Caribe y en el control de parte de la distribución minorista de los narcóticos, tanto en Rusia como en los Estados Unidos.

Finalmente, documentos encontrados durante la operación hacen suponer que, en previsión del éxito en la construcción del sumergible y con la colaboración de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), los narcotraficantes vienen haciendo acopio de importantes cantidades de droga, la que preveían sacar del país en un solo viaje.

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