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Julio Cirino

La raíz del mal

Una y otra vez se anunció en Buenos Aires que el acuerdo con el FMI ya estaba listo. El primero de estos anuncios fue en marzo pasado. En aquellos días, el éxito estaba a la vuelta de la esquina y nuevo dinero fresco llegaba para alegría de quienes cooperan con el presidente Duhalde en su desventurada gestión. Casi concluye noviembre y, habiendo pagado el pasado Jueves 14 sólo los intereses de los 800 millones de dólares que vencían en esa fecha, la posibilidad de un nuevo default se torna real.

La semana concluyó con una nota macabra, seis niños murieron en los últimos días en la norteña provincia de Tucumán victimas de la desnutrición –en otras palabras murieron de hambre– en un país que, según cálculos moderados, podría alimentar a unos 300 millones de seres humanos. Pero tal vez lo peor es que la semana entrante morirán otros cinco, o tres, o veinte, y entonces ya será un tema más con el que se convive.

Este dato es importante para quien quiera entender a este nuestro extraño país. se convive con la violencia, los asesinatos y secuestros, la ineficiencia, corrupción e ignorancia; se les busca explicaciones y se convierten en algo cotidiano y pasan a formar parte del “paisaje”. Un caso interesante es el de los “cartoneros”, personajes de los suburbios de las grandes ciudades que buscan entre los desperdicios objetos vendibles o comestibles (si, leyó bien, comestibles). Primero fueron personajes que aparecían casi a hurtadillas con la caída del sol, hoy deambulan por las ciudades empujando sus carritos a toda hora del día, no tienen trabajo ni posibilidad de tenerlo. ¿Cómo solucionamos el tema? Pues le pedimos al vecino que coloque los desperdicios como latas, cartón etc. en una bolsa de color verde y asunto arreglado.

Pero, con toda su triste gravedad, estos son sólo síntomas y no causa de la muerte por goteo en la que se encuentra embarcada Argentina, muerte silenciosa llena de tragedias individuales y gritos mudos apuntados a una dirigencia que se desconectó por completo de la realidad. Así, por ejemplo, sigue sin modificarse el sistema denominado “coparticipación federal” por el que casi la mitad de los impuestos federales son transferidos –al menos en teoría– a los gobiernos provinciales; esto a su vez favorece la corrupción y el clientelismo porque a mayor docilidad de los gobernadores, mayores posibilidades de lograr que el dinero sea efectivamente transferido.

En los últimos meses, la “revancha” de los mandatarios provinciales es emitir “cuasi-monedas”, bonos provinciales sin respaldo y sólo con validez local. Argentina entró así en un remedo del antiguo sistema feudal, los “señores” acuñan moneda y son dueños de vidas y haciendas en sus feudos o provincias, no levantan ejércitos, no los necesitan, para eso cuentan con las “policías provinciales”.

El otro factor a evaluar es que, no importa qué camino tomen los acreedores de Argentina, deben tener en claro que el Parlamento no será parte de la solución, muy por el contrario, una importante parte del problema. Este parlamento supo crear y mantener más comisiones que legisladores existen sólo para crear así cargos para nuevos asesores que no son sino clientela política. Un parlamento que, en agosto de 2001, después de que el FMI aprobó un crédito de emergencia por 800 millones de dólares, dio formalmente por concluida la crisis y a pesar de los 900 proyectos de ley que aguardaban tratamiento entró en receso y en el presente año, el 50% de las sesiones debieron concluirse por falta de quórum. Absolutamente desconectado de la realidad y de la gente a la que dice representar, es usual la imagen del edificio legislativo rodeado de vallas y efectivos policiales para impedir que “representantes y representados” entren en contacto.

Las elecciones del año venidero –supuestamente en marzo– opacan la realidad con las nubes de una feroz lucha interna dentro del partido mayoritario –el peronismo. En medio de cruzadas impugnaciones judiciales, un ex gobernador provincial, Adolfo Rodríguez Sáa, quien utilizó su efímero paso por la presidencia interina a comienzos de año (una semana) para declarar el default de la deuda externa parece ser el favorito en las encuestas de opinión.

Comienza una más de las tantas “semanas decisivas” con los ojos puestos en Estados Unidos. Haga lo que haga en los próximos días tendrá un enorme impacto en la región, ya que el caso argentino es para los seguidores del progresismo populista el resultado de las reformas que impulsa el FMI sin más consideraciones. Argentina sirve así para atacar las reformas de mercado en países como Bolivia, Perú o Uruguay, donde el ejemplo argentino se propone como señal de alarma.

Con Luis Inacio Lula da Silva tomando las riendas de Brasil en enero próximo, el cambio político en Ecuador, la inestabilidad de Venezuela, la guerra en Colombia y las elecciones en Argentina, la pregunta es: ¿no ponen en entredicho todos estos eventos la capacidad del sistema democrático en países con marcos institucionales débiles para brindar soluciones concretas a problemas acuciantes? El problema es cómo y dónde buscar las soluciones que tanto necesitamos. Porque se diría que el tiempo de espera se va acabando.

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