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Julio Cirino

Las señales son muy ominosas

El pasado jueves 10, faltando minutos para la votación que crearía en la Cámara Baja una Comisión Parlamentaria de Investigación –CPI–, la bancada oficialista presentó una lista de 20 parlamentarios que habían decidido cambiar su voto, con lo que la iniciativa de una CPI en la Cámara quedó archivada.

Las tácticas desesperadas que adoptó el jaqueado gobierno de Fernando Henrique Cardoso dejan la impresión de que su administración está dando cobijo a prácticas corruptas y tendrán un importante impacto en su popularidad; pero el Gobierno parece haber estimado que el resultado de una investigación causaría un daño mucho mayor, aún a 18 meses de las próximas elecciones.

Un día después se conocía que la Secretaría de Desarrollo Urbano (que depende directamente de la oficina del Presidente) aprobó, en lo que va del mes de Mayo, proyectos por un total de 25 millones de dólares, mientras que en el período enero-abril había gastado solo 8 millones. Para la oposición, encabezada por el Partido de los Trabajadores (PT) que lidera Luis Inacio “Lula” da Silva, la investigación se hace ahora imprescindible y la semana entrante plantearán iniciar otra CPI para averiguar de qué forma logró el Gobierno frenar la CPI y qué relación existe entre los 25 millones salidos de Presidencia y el súbito cambio de opinión de los legisladores.

Cuando el día viernes parecía que el panorama podía llegar a “aclararse” para el Gobierno, tomó estado público la dimensión de la crisis energética que encara Brasil y que determinó se anunciara que a partir del primero de junio venidero se iniciarán cortes rotativos de entre cuatro y seis horas de duración diarios por los próximos seis meses. Brasil necesita reducir su consumo eléctrico en un 20% durante este año para tratar de impedir un colapso global del sistema en el 2002 (año electoral).

El impacto de estos cortes se concentrará en el parque industrial que deberá reducir su consumo un 15%; la baja en la producción industrial y los posibles despidos que ya se anticipan repercutirán en una caída de la recaudación impositiva y aumento de la inflación. Ello introducirá serias dudas en la estabilidad futura de la moneda brasileña (el real) que consistentemente venía manteniéndose en una paridad de 2 reales un dólar pero que el viernes tocaba una relación de 2,28. reales por dólar.

El complejo panorama regional, que precisamente no contribuye a la confianza de los inversores, fue otro elemento que contribuyó a que –para el año en curso– la inversión directa baje a 20.000 millones de dólares de los 30.000 registrados el año pasado.

La deuda externa de Brasil alcanza ya los 405.000 millones de dólares; y sus servicios trepan a los 55.000 millones para el año en curso, casi un 60% del PBI, con lo que Brasil se verá forzado a tomar dinero en préstamo para pagar lo que no pueda cubrir con recursos genuinos. Ello ocurre en un momento en que los costos del crédito se presentan inusualmente altos, dada la inestabilidad argentina.

Además, la volatilidad de la situación social llevó al gobierno a decidir que no va a dar a conocer el cronograma y la distribución geográfica de los cortes de energía. Teme que esta información se utilice para organizar saqueos masivos, un tema particularmente sensible, no solo por los índices de violencia en aumento, sino además porque fue la propia policía de Río de Janeiro la que reconocía meses atrás que las bandas vinculadas al narcotráfico contaban con no menos de 5.000 hombres armados en los barrios de emergencia –favelas– que rodean a la ciudad. Pero sin ella, las empresas quedarán impedidas de realizar cualquier tipo de planificación tendente a reducir el impacto de la crisis.

Días pasados, los especialistas en energía estimaban que, dependiendo de la regularización del régimen de lluvias que alimentan las centrales hidroeléctricas (un 80% del total de la energía que el país consume se genera por medio de hidroelectricidad), esta crisis puede extenderse hasta el 2003 o 2004. En los últimos diez años, la demanda energética del país creció a un promedio del 4,4 % anual mientras el parque de generación lo hacía a un ritmo del 3,4%. Durante este tiempo, el Gobierno se negó sistemáticamente a privatizar las compañías generadoras de energía, y tampoco dispuso de las inversiones que estas requerían con creciente urgencia.

Ahora todos los ojos se dirigen a Argentina donde las posibilidades ciertas de un “default” arrastrarían a Brasil como las piezas de un fatídico dominó...

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