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Julio Cirino

Ojos sin luz y puños apretados

Quienes saben suelen decir que antes de que se apague la luz de la vida, se apaga la luz de los ojos, cuencas vacías que miran sin ver, sin mañana, sin futuro, sin entender, sin esperanza. Hoy esos ojos se ven en las interminables filas para tratar de aferrarse a la última tabla de salvación del naufragio, un “nuevo” plan de subsidios, esta vez llamado “Plan Jefas y Jefes de Hogares” nombre demasiado rimbombante, con demasiados “jefes” para encubrir el hambre y la miseria. Las filas se extienden en silencio, comienzan en la oscuridad de la madrugada otoñal, a las puertas de las oficinas municipales; muy pocos hablan, y quienes lo hacen puntean el silencio con frases de descreimiento y desprecio hacia los políticos, cuando no con patéticas historias personales. Allí confluyen los pobres que llevan años siendo pobres y los nuevos pobres, la clase media envilecida por el desempleo, fácilmente distinguible por sus rostros entre avergonzados y sorprendidos en los que se lee muda la pregunta: Qué hago yo acá...

El 15 de Mayo próximo, dentro de una eternidad, esperan cobrar la primera cuota (para todos los que se anotaron hasta el 15 de abril) el monto a percibir será de 150 depreciados pesos (hoy unos 60 euros, el 15 de mayo, quien lo sabe) a los que el vendaval inflacionario reduce cada día. Hasta ahora, son 700.000 los que aguardan la fecha, número que aumenta todos los días, y esperan con la ansiedad propia de quien ya nada tiene asegurado, ni siquiera el sustento. La pregunta se escucha en las filas: ¿Pagarán? ¿Qué pasa si no pagan? Los puños apretados y el silencio no parecen dejar muchas dudas de la respuesta.

Sin posibilidad de obtener un trabajo digno de ser llamado tal, son miles de personas que aguardan sin saber qué, pasan sus días unos en la desesperada resignación, otros en la silenciosa furia. Los comedores que tratan de paliar el hambre están simplemente desbordados, las matemáticas son sencillas, hay más bocas que comida. Las escuelas hacen cuanto pueden para dar algún alimento a los más pequeños, pero la miseria y el hambre se extienden sin prisa pero sin pausa, como una pesada mancha negra que va cubriendo el mapa del país que supo ser.

Muchos me preguntan qué va a pasar, como si un simple cronista pudiera tener la respuesta; intuyo que no hay una contestación certera. Se podría responder “todo” o también “nada”. Es el misterio de la condición y la mente humanas. ¿Por qué muchísimas víctimas de las cámaras de gas, marchaban casi tranquilas a su final? ¿Por qué la historia de la humanidad está llena de batallas y levantamientos desesperados?

¿Cómo saber qué sucederá, cuando ya nadie pueda negar el hundimiento final y sea evidente que los “botes” no son suficientes? ¿Nos revolveremos los unos contra los otros en una especie de pasadillesco remedo de Darwin? ¿Cómo saber lo que sucederá? el argentino adora las teorías conspirativas y las respuestas simplistas a problemas complejos. Repetimos clichés con la pasmosa inconsciencia del loro y buscamos culpables en los cuatro puntos cardinales, pero nunca en el espejo. La clase dirigente entró en una etapa de autismo suicida, de desconexión con la realidad y opera con la feroz voracidad de quien ve que solo migajas quedan en la mesa.

El lunes 22 de abril promete ser un día interesante; se consagra una economía que “funcionará” sin sistema cambiario o bancario por tiempo indeterminado y se verán los efectos del anuncio gubernativo: no hay dinero, acompañado con vanas promesas de ayuda externa, porque la comunidad internacional, en la tierra de los sueños, acudirá a reabastecer nuestras arcas para que la “fiesta” pueda seguir un poco más. Las urgencias de un hoy, sin plan ni proyecto, abruman de tal manera que tampoco hay espacio para la reflexión sobre el mañana, percibido como algo lejano y problemático. Lo curioso es que nada cambia en medio del cambio, las tácticas y las caras “políticas” son las mismas a pesar de la cantidad de dirigentes que se quedó, no sólo sin “dirigidos”, sino que no puede ni presentarse en público.

El sábado 20 cayó en Washington otro mito; concluida la reunión del Grupo de los Siete (las economías más desarrolladas del planeta) no sólo no se produjo el masivo movimiento internacional (con el que los líderes argentinos fantaseaban) para concurrir masivamente con dinero fresco, sino que tanto europeos como americanos parecieron coincidir en señalar que las condiciones políticas de Argentina no hacen conveniente por el momento el otorgamiento de más dinero.

Entendible posición, difícil coyuntura, cuando la ayuda llegue, si llega, ¿quien quedará para recibirla?

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