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Ketty Garat

El trankimazín de Rubal-A-caba por el Rodea Ferraz

No sé si cumplirá su aniversario como secretario general, el próximo 5 de febrero. Quedan tres meses y aquí las cosas van demasiado rápido.

Querido Pablo:

Una semana para olvidar, al menos para el PSOE. Volvíamos en taxi el lunes de Santiago cuando me lamentaba yo de la semana que me esperaba tras la doble debacle electoral, ¿te acuerdas? Pues lo peores presagios se han cumplido. Parece que esa niebla que nos impidió volar en hora hacia Madrid se ha instalado en la calle Ferraz, y no ha hecho falta la tercera derrota para que a Rubalcaba le estén intentando "mover la silla", tal y como me advirtieron el domingo. Por eso se escondió el lunes y el martes. No celebró Ejecutiva ni compareció ante los medios en rueda de prensa, como sí hizo tras las andaluzas y las asturianas; ni acudió a la Carrera de San Jerónimo a votar; tampoco celebró la tradicional reunión de los martes con su grupo en el Congreso... y cuando el desparecido apareció por fin en el pasillo, pasó de largo sin responder a la nube de periodistas que le preguntábamos si sentía cuestionado su liderazgo. La presión, sin embargo, le hizo reaccionar. El martes por la tarde comprendió que los periodistas no pararíamos hasta conseguir que hablara. Y lo hizo al día siguiente. Una hora y cuarto de rueda de prensa. "Es Alfredo, nos está dando tres tazas", decíamos los cronistas al filo del informativo.

Tenía en mente que le queda poco. Nosotros, también. De ahí que transcurrieran unos segundos desde que se cambió de asiento en la sala de prensa del Congreso hasta que estalló la carcajada general. "Hay que reconocer que el fotógrafo que haya movido la silla ha conseguido una buena foto... 'Inclinado, encogido, le han movido la silla, le han levantado la silla'... Ya tenéis titulares, ¿me puedo ir?". La broma de Alfredo pretendía quitar hierro a la comparecencia más multitudinaria hasta la fecha: una veintena de cámaras, periodistas por el suelo... Pero ¡cómo estarán las cosas para que sus declaraciones durasen menos de 24 horas! Las sonrisas, las bromas y la determinación con que anunció que no se iba y que aguantaría hasta el final se tradujeron al día siguiente en la SER en otra consigna: "Si me dicen: tú no vales, esa misma tarde me iré a casa". ¿Qué pasó entre medias? Pues como tú sabes bien, querido Pablo, las claves están entre bambalinas. Donde el mejor actor se desmorona y desvela sus miedos e inseguridades.

Ese mismo miércoles por la tarde, el despacho de la cuarta planta de Ferraz echaba humo. Alfredo descolgaba y colgaba el teléfono con furia. "¡Que digan que es un mindundi, que no es nadie!", urgía Rubalcaba a su acalorado jefe de prensa. Éste empuñaba de nuevo el teléfono para presionar a un determinado medio de comunicación: "Que lo cambiéis, que dice Alfredo que no son nadie". Al otro lado del hilo telefónico, dos periodistas entre la risa y el estupor denunciaban: "¡Está histérico!". El motivo de su enfado no eran los críticos –Barreda, Tomás o López Aguilar– a los que había pedido esa mañana que le dijeran las cosas "a la cara" y no en teletipos o en Twitter. Se trataba de alguien menor, un tal Luis Ángel Hierro que obtuvo 20 avales para el 38º Congreso de Sevilla y que acababa de montar la plataforma Nuevo Socialismo 3.0, con la que 3.000 militantes solicitaban la dimisión de toda la dirección del partido y convocar un congreso extraordinario. En un determinado medio de comunicación, no descartaban movilizarse con un remake indignado, Rodea Ferraz, que indignó... a Alfredo.

Era la gota que colmaba el vaso. El titular que añadía más histeria a un nerviosismo que Rubalcaba niega, a pesar de la evidencia. El todavía líder del PSOE asegura haberse preparado "psicológicamente" para esto. Por eso ha hablado con los líderes regionales, para "tranquilizarles", aunque no explica cómo. No en vano se le escapa: "No soy el secretario general del trankimazín". La cosa está para eso y para más. Porque lo que le inquieta a Alfredo no es el mindundi que pretende rodear Ferraz, sino los que están dentro de su sede pero no son suyos y sí lo fueron de Carme Chacón. Un presidente del PSOE, Griñán, que no descarta sucederle y que en ocho meses ha aprendido que hay que moverse rápido con las sillas del poder porque no es un juego de niños. Dicen que prepara en la sombra la operación recambio. Junto a otros barones como Tomás Gómez, Emiliano García Page y grupúsculos en la sombra cercanos a Chacón, Edu Madina y José María Barreda, pretenden adelantar la convocatoria de primarias para elegir al candidato a La Moncloa, mientras Rubalcaba se mantendría en la Secretaría General. Una bicefalia en un partido que ya tiene dos experiencias corrosivas. Muchos pusieron el ejemplo de Borrel y Almunia cuando se produjo hace un año con Zapatero y Rubalcaba. En ninguno de las dos ocasiones bien electoralmente, pero según repiten en Ferraz, "el ciclo electoral negativo no ha terminado". La fiesta de las catalanas será la puntilla de un Rubal-A-caba que, vuelvo a insistir, no sé si cumplirá su aniversario como secretario general, el próximo 5 de febrero. Quedan tres meses y aquí las cosas van demasiado rápido.

Un beso,

Ketty 

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