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Lara Vidal

Ellas tienen más bajas

En estos momentos, casi el 9 por ciento de las mujeres alistadas ven como se acaba su matrimonio mientras que los hombres tienen una tasa de algo más del tres por ciento. ¿A qué cabe atribuir el desastre?

Esta semana se celebra el día de la mujer trabajadora y, una vez más, hemos vuelto a escuchar las cantinelas habituales por parte de personas interesadas y desconocedores profesionales. Todo ello tiene lugar mientras aquí en Estados Unidos se publican diversos estudios acerca del impacto que la vida militar tiene en los matrimonios de las mujeres que sirven en el ejército.

Devastador no es una palabra adecuada para definirlo. Además de las bajas de las heridas, de los daños psicológicos que sufren los soldados, las mujeres suman unas estadísticas de divorcio pavorosas. Las militares casadas sufren el doble de divorcios que sus colegas masculinos. Podrá decirse que quizá no es una circunstancia tan grave si se tiene en cuenta que los soldados en Estados Unidos tienen una tasa de divorcio inferior a la de otros hombres. No nos engañemos.

Las mujeres que sirven en las fuerzas armadas también se divorcian considerablemente más que las que no están en el ejército. Aproximadamente, unas doscientas cincuenta mil mujeres han cumplido tareas militares en Afganistán e Irak en puestos que van de soldados de infantería a pilotos pasando por tripulantes de helicópteros. Tan sólo en 2010, el 7,8 por ciento de ellas sufrió un divorcio mientras que la tasa de divorcio entre los hombres fue tan sólo de un tres por ciento. No ha sido además el peor año.

En estos momentos, casi el 9 por ciento de las mujeres alistadas ven como se acaba su matrimonio mientras que los hombres tienen una tasa de algo más del tres por ciento. ¿A qué cabe atribuir el desastre? Los especialistas del Pentágono y de las universidades americanas no lo saben y no seré yo quien me ponga a lanzar teorías al respecto. Se aduce, por ejemplo, que muchas mujeres están casadas con hombres que son también militares y, al final, las dos carreras entran en colisión. Quizá, pero la tasa de divorcio no es menor en el caso de mujeres militares que están casadas con civiles. También hay quien señala que las mujeres que escogen la milicia son pocos convencionales y por eso mismo están menos dispuestas a soportar un matrimonio que no funciona bien.

Por otro lado, algunas de las mujeres que se encuentran en el ejército señalan que las circunstancias matrimoniales les causan más daño que a los hombres. Tienen, por lo visto, más temor a ser víctimas de una infidelidad y esa circunstancia influye negativamente en su rendimiento. En algunos de los casos conocidos, semejante situación deriva en alcoholismo o se acaba solventando sólo cuando la mujer abandona el ejército y decide que salvar su matrimonio es más importante que desempeñar el servicio de las armas. El problema, desde luego, no es pequeño y el ejército de Estados Unidos ha decidido enfrentarse con él mediante el ofrecimiento de un programa llamado Strong Bonds (Vínculos fuertes) que proporciona ayuda a los matrimonios militares. La realidad, sin embargo, a día de hoy es que, al menos en lo que a estabilidad matrimonial se refiere, ellas tienen más bajas.

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