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Larry Elder

Perseguid vuestros sueños... a vuestra costa

cualquier sistema administrativo permanente y regular cuyo objetivo sea cubrir las necesidades de los pobres alimentará más miserias de las que pueda curar

"¿No crees que gracias a ese programa la sociedad se beneficia?", me preguntaba recientemente una actriz amiga mía. Se refería a un programa de atención médica financiado por el contribuyente al que ella recurrió durante uno de los muchos "períodos de vacas flacas" a lo largo de su carrera.

"¿Quién te dijo que te dedicases a la actuación?" le pregunté. "Algunas carreras, ya sea un actor, un jugador de béisbol o un esquiador profesional, son de elevado riesgo y pocos ingresos. ¿Por qué debe el contribuyente financiar tu elección profesional?”

“¿Pero tú no recibiste préstamos universitarios y becas para continuar tu educación más allá del instituto?" me preguntó ella. “Sí”, respondí, “porque, lamentablemente, el gobierno se metió en el asunto de financiar a los estudiantes para que fueran a la Universidad. Yo habría preferido acudir a un banco y solicitar dinero”. “¿Por qué sería mejor acudir a un banco?”. “Bien”, dije, “el contribuyente no financia mi elección universitaria y mi especialidad. En segundo lugar, el prestamista probablemente exigiría una especialidad en algo que condujera a un puesto de trabajo, con el fin de que el prestamista fuera satisfecho. En consecuencia, nosotros produciríamos menos licenciados en historia del arte, literatura inglesa o drama. O los estudiantes seguirían licenciaturas compaginadas, de modo que si la carrera 'soñada' no se materializa, hay una alternativa viable”.

Le mostré un artículo de un importante periódico acerca de las vidas y la lucha de varios actores de Nueva York, hacia los que mostraba su simpatía. Ellos, en su mayor parte, siguieron alegremente sus carreras de riesgo mientras hacían uso del ingenio y la creatividad para sobrevivir en una ciudad cara. Las edades de los actores variaban de los 34 a los 67. En dos casos, después de terminar las interpretaciones de actores, recurrieron a la compensación por desempleo. Esto es en realidad un programa gubernamental que paga a la gente por no tener empleo. El gobierno exige a los patronos pagar un impuesto por desempleo, un ineficaz sistema que disuade a la gente de buscar un puesto de trabajo. Los patronos, al igual que con todos los impuestos, pasan el gasto elevando los precios que se cobran a sus consumidores. De modo que al final nosotros, el contribuyente, pagamos.

En otro caso un actor obtuvo, por fin, un apartamento subsidiado por el gobierno por 700 dólares al mes. Nueva York, que en tiempos tenía una rica y variada oferta de apartamentos, inició el control de los alquileres durante la Segunda Guerra Mundial. Mientras que esto beneficia a los arrendatarios lo bastante afortunados o lo bastante bien relacionados como para caer en un apartamento, la política reduce el abastecimiento disponible de apartamentos y evita que los caseros obtengan el valor justo de mercado procedente de su inversión.

Pregunta: ¿Deben los contribuyentes, a través de programas y políticas gubernamentales, financiar las elecciones de otras personas?

Mire, si no, la atención médica. En la agitación de la campaña presidencial, los candidatos de ambas partes del espectro hablan de "la crisis sanitaria" de la nación y ofrecen diversos planes para utilizar el dinero del contribuyente para "solucionar" el problema de aquellos sin seguro médico. No importa que de los nacidos en América, el 86% tenga atención médica. O que muchos de los supuestos 44 millones sin seguro médico abarquen a los entre 11 a 20 millones de extranjeros ilegales; sólo el 57% de los no ciudadanos tiene seguro médico. O que 14 millones de los hogares que ingresan más de 50.000 dólares carezcan de seguro médico, más de 7 millones de ellos en hogares que ingresan más de 75.000 dólares. O que en los 20 años anteriores a Medicare, una estancia de un solo día en un hospital se hubiera encarecido el triple, mientras que durante los 20 primeros años post-Medicare, la misma estancia de un solo día en un hospital se haya encarecido ocho veces.

¿Qué hay de la ayuda social del gobierno? La mayor parte de los estudiantes de instituto lee "La democracia en América" de Alexis de Tocqueville, el célebre examen del francés de lo que hace que América funcione. Pocos sin embargo leen el libro que escribió unos cuantos años más tarde, llamado "Memorias del Pauperismo”.

Tocqueville observaba en los años 30 del siglo XIX que a pesar de su riqueza, Inglaterra parecía tener las cifras más elevadas de mendigos. ¿Por qué? Inglaterra implementó uno de los primeros programas sociales del mundo. "Estoy completamente convencido" escribía Tocqueville, “de que cualquier sistema administrativo permanente y regular cuyo objetivo sea cubrir las necesidades de los pobres alimentará más miserias de las que pueda curar, hará degenerar a la población que quiere ayuda y comodidad, reducirá con el tiempo al rico a no ser más que siervos de los pobres, agotará las fuentes de ahorro, detendrá la acumulación de capital, retrasará el desarrollo del comercio, enfriará la industria y la actividad humana, y culminará provocando una violenta revolución en el Estado, cuando la cifra de aquellos que reciben limosnas sea tan grande como la de aquellos que las dan, y el indigente, incapaz ya de tomar del empobrecido rico los medios para cubrir sus necesidades, encontrará más fácil privarles de todas sus propiedades de golpe que pedirles ayuda”.

“Así que, por todos los medios posibles", dije a mi amiga la actriz, "sigue tus sueños. Pero hazlo con los ojos abiertos –y con tu propio dinero”.

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