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Llewellyn H. Rockwell

Dolor de muelas

Bajo la socialización de la medicina, la carencia y mal servicio es la regla y muchos ingleses no tienen más remedio que sacarse ellos mismos las muelas.

Cuando quiera imaginar el sufrimiento que prevalecía en la era precapitalista, piense en sus dientes. En tiempos de las pirámides, los dentistas egipcios taladraban sin anestesia la mandíbula para drenar los abscesos y durante varios siglos los barberos europeos sacaban muelas.

Pero quienes viven hoy en el Reino Unido están de vuelta al pasado y a una era que desconocía la anestesia. Bajo la socialización de la medicina, la carencia y mal servicio es la regla y muchos ingleses no tienen más remedio que sacarse ellos mismos las muelas.

Apenas 49% de los adultos y 63% de los niños están registrados con un dentista en Inglaterra y Gales, según el New York Times. Es necesario estar registrado para obtener servicio, pero no hay garantía y la espera puede ser de varios meses y hasta años, si es que lo logra.

Para conseguir una cita hay que llamar a las 8 a.m. y para las 8:10 están copadas, razón por la cual muchos deciden sacarse sus propias muelas de un tirón y acabar con la agonía.

Este experimento de socialismo británico fue inventado por unos intelectuales que creían que su plan daría acceso igualitario a todas las maravillas del mundo moderno, pero el resultado ha sido una verdadera tragedia, donde la misma gente que inició la revolución industrial opta ahora por sacarse sus propias muelas.

Aquí encontramos muchas lecciones sobre el socialismo y advertencias respecto a todos los tipos de “planificación social científica”. Estos intelectuales diseñan sus planes para proteger a la humanidad, olvidando que no están jugando en un laboratorio, sino jugando con vidas humanas. Y esas vidas no son un conjunto de clases o razas sino individuos. Experimentamos como individuos tanto la alegría y los triunfos, a la vez que el dolor y el sufrimiento.

Un dolor de muelas apunta claramente a lo que es realmente importante. Algunos pueden sostener que tienen la forma de proveer acceso universal al cuidado dental si se les da el poder que quieren. Entonces habría que preguntarles si acaso serán ellos quienes sufran las consecuencias si no funciona el proyecto. ¿Quién pagará las consecuencias si el plan no funciona? ¿Cómo se desarma el proyecto en caso de que no funcione? ¿Cómo nos aseguramos que haya una salida, en caso de fracasar el proyecto?

Si los planificadores no nos pueden asegurar todo eso, mejor es no darles el poder para hacerlo. A lo largo de la historia, nadie ha logrado mejorar la manera como la sociedad funciona desde los altos del poder gubernamental.

La libre empresa no puede acabar con el dolor de muelas ni alterar la naturaleza humana ni sustituir a los padres en la enseñanza a los hijos sobre lo que es bueno y lo que es malo, pero el Estado tampoco. Lo que sí logra la libre empresa es mostrar la mejor manera de lidiar con la realidad. Aporta una manera racional de confrontar la falta de tiempo y la escasez de recursos. El intervencionismo estatal en el libre actuar de la gente sólo empeora la situación y frena el progreso.

La socialización de la odontología ha hecho que el Reino Unido retroceda más de un siglo en el cuidado de los dientes. Si acabamos con el capitalismo, pronto estaremos de vuelta a la Edad de Piedra.

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