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Luis del Pino

Fracaso escolar

Hay que reducir como sea la tasa de fracaso escolar, empezando por la del propio Presidente de la Junta. Mientras encontramos una solución definitiva, tal vez se pueda exigir que los niños preguntones no sobrepasen los siete años

Tal como informa hoy Pedro de Tena, el presidente andaluz, Manuel Chaves, exigió que le dieran a conocer por anticipado las preguntas que iban a plantearle los alumnos de quince años del Instituto Santa Aurelia de Sevilla, no fuera a ser que los muchachos le pusieran en un brete.
 
Y es que hay preguntas que las carga el diablo. Y no podemos exigir que el Presidente de la Junta de Andalucía sea capaz de responder, sin una preparación previa, a cualquier cuestión que le plantee un energúmeno en plena adolescencia, que los muchachos de hoy en día tienen muy mala fondinga y no sienten ningún respeto por sus mayores.
 
Si al menos le hubieran dejado llevarse una serie de asesores a la sesión, Manuel Chaves podría haber recurrido a alguno de ellos en caso de encontrarse con alguna pregunta comprometida, como ya hiciera Groucho Marx en otros tiempos: "Esto lo entendería un niño de cuatro años. ¡Que me traigan un niño de cuatro años!".
 
Desde luego, algo tenemos que hacer para que el presidente andaluz no pase malos ratos. Una solución consiste, efectivamente, en enviarle las preguntas de antemano, aunque se me antoja que sería mucho más práctico que el propio Chaves redactara las preguntas y luego se las repartiera a los chicos del instituto.
 
O se podría aprovechar la experiencia que los medios de comunicación han ido acumulando en estos años y adaptar el formato de esas sesiones de interacción con el ciudadano a algún modelo mucho más familiar para la audiencia televisiva. Podríamos proponer, por ejemplo, que a la hora de responder a las preguntas de los chicos de 15 años, el Presidente de la Junta de Andalucía dispusiera de un comodín del 50%, un comodín del público y un comodín de la llamada.
 
- Señor Chaves, ¿podría decirme cuál es la capital de Brasil? El señor Rajoy la acertó el otro día, en ese concurso de la Cuatro que presenta Gabilondo.
- Solicito el comodín del público.
 
Y entonces los propios chicos de la clase podrían indicarle al señor Chaves la respuesta correcta.
 
 
- Señor Chaves, ¿cómo valora usted los vertidos de petróleo del Prestige y del New Flame?
- Comodín del 50%.
 
Y el intrépido presidente andaluz podría eliminar el New Flame y explicarnos cómo la desidia del gobierno de Aznar permitió que el chapapote inundara las costas de Galicia.
 
- Señor Chaves, ¿cómo se llamaba la mujer de Tutmosis II?
 
Y Chaves, privado ya del resto de los comodines, podría llamar a José Blanco, para que mirara por él el diccionario. Aunque esto tendría el inconveniente, claro está, de que no se sabe muy bien cómo podría José Blanco decirle por teléfono al presidente andaluz que la mujer del faraón egipcio se llamaba Hatchepsut:
- ¿Estás seguro de que su nombre es Achesú?
- Tal como suena, Manolo.
 
En fin, sea como fuere, hay que encontrar algún método para evitar que todo un presidente de la Junta de Andalucía se vea en situaciones incómodas, que no tiene por qué aguantar. Porque soportar las preguntas de los periodistas paniaguados le entra dentro del sueldo al entrevistado y a los entrevistadores: ¿acaso no pagamos con nuestros impuestos la lluvia de dinero que sostiene el tinglado mediático andaluz?
Pero los chicos de quince años son otra cosa. Aún no han comprendido que el que se mueve no sale en la foto. Y vaya usted a saber qué peregrinas ideas podrían ocurrírseles.
 
Hay, por tanto, que hacer algo. Hay que reducir como sea la tasa de fracaso escolar, empezando por la del propio Presidente de la Junta. Mientras encontramos una solución definitiva, tal vez se pueda exigir que los niños preguntones no sobrepasen los siete años. De ese modo, podríamos aprovechar también el tirón televisivo y titular la campaña de Chaves con algún lema que a la gente le resulte conocido: "¿Sabes más que un niño de primaria?".
 

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