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Luis Hernández Arroyo

Ha llegado la deflación

Para hacerse una idea de lo que nos espera, si se repitieran estas caídas de los dos meses de octubre y noviembre, en términos anuales tendríamos una contracción acumulada de los precios del 17,5%.

Al menos en EEUU, ha llegado la deflación que unos pocos llevamos previendo desde agosto 2007. Todos los comentaristas patrios se han lanzado a la yugular de Bernanke, por haber puesto el tipo de interés en el 0%. Casi todos han hecho caso omiso a un dato escalofriante: el IPC lleva ya dos meses cayendo. Esto no se veía, literalmente, desde 1947, año en el que se inicia la serie. En noviembre, dicho índice bajó un 1,7%, tras el descenso en octubre del 1%. El nivel de precios es ahora sólo un 1,1% superior a hace un año. Véase en el gráfico la trayectoria en picado que sigue el índice mensual.

Ante la magnitud del riesgo que preanuncia este dato, no deberíamos criticar frívolamente lo que está haciendo Bernanke, cuya única intención es salir de la espiral deflacionista en la que ya se ha entrado; y si alguien sigue creyendo que "Europe is different" y que nosotros nos libraremos aunque Estados Unidos caiga en depresión (deflación más contracción) es que vive en las nubes.

Para hacerse una idea de lo que nos espera, si se repitieran estas caídas de los dos meses de octubre y noviembre, en términos anuales tendríamos una contracción acumulada de los precios del 17,5%.

Ya hemos explicado las consecuencias de la deflación, que aquí se suelen ignorar. La caída constante de precios tiene dos efectos: contraer el consumo presente en favor del futuro –pues las cosas deseadas van a estar más baratas– y aumentar el valor real de las deudas, de modo que el riesgo de impagos y quiebras aumenta por un factor exponencial. Todo ello tiende, como cualquiera pude comprender, a retraer el consumo y la inversión, aumentar el desempleo y retrasar una mínima normalización.

No hay tiempo para contentarse. Lo que hace la Reserva Federal debería llevarnos a preguntar por qué el tipo de interés de Trichet está todavía en el 2,5%. La fácil y habitual crítica a los americanos es un síntoma de ignorancia absoluta de los riesgos que corremos. Si Estados Unidos se hunde en la depresión, Europa y España caerán en una crisis severísima, mucho más grave y duradera que la suya. Los que todavía temen la inflación, no han estudiado suficientemente economía e historia del siglo XX.

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