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Luis Hernández Arroyo

La dignidad de Tony Blair y sus logros económicos

Naturalmente, el éxito no se hubiera producido sin la apertura de los mercados iniciada por Thatcher, a quien corresponde, sin duda, el máximo reconocimiento por haber puesto en pie a un país postrado.

En un gesto de dignidad, insuficientemente valorado en estos pagos, Blair se retira. En 1997, casi a la vez, llegaban al poder  las izquierdas en Reino Unido y Francia. En Francia fracasaron estrepitosamente en todos los ámbitos –lo que les llevó a perder el gobierno–, mientras que en Reino Unido cosechaban unos éxitos que pocos se esperaban, especialmente en economía. El secreto es haber continuado la lucha por la dignificación institucional de su antecesora Thatcher. La sorda pelea de Blair por reformar su anquilosado partido es digno de ella y de un gran político.

Algunas pocas cifras, bien seleccionadas, dan la medida incontestable de esos logros. En diez años, el PIB de RU ha mantenido un crecimiento medio anual del 3,2%, una inflación del IPC del 1,5%, y una tasa de paro, también media, del 4,5%. Pero lo mejor sea, quizás, la ausencia de grandes fluctuaciones. Durante 40 trimestres, la economía no ha experimentado ningún crecimiento negativo; y la tasa de inflación ha sido muy bien controlada por el Banco de Inglaterra. Como se sabe, el gobierno, fiel al sentir mayoritario, decidió quedarse fuera del euro, y a fe que a su economía le ha ido infinitamente mejor que a los países “líderes” del la UE y del euro. El Banco de Inglaterra dio la espalda a un pasado de dependencia política que ni siquiera Thatcher no supo cortar: los propios laboristas le dotaron de una autonomía y le obligaron a una transparencia que debería ser imitada, siquiera un poco, por el BCE. Así, cabe destacar que en el plazo de unos 15 días, se hacen públicas las actas de las reuniones del Comité de Política Monetaria en el que se decide mensualmente el tipo de interés oficial. No hace falta decir que este documento –de excepcional calidad– refleja con fidelidad la visión que tiene el Banco del estado de la economía; es decir, un lujo que los continentales no conocemos. 

Naturalmente, el éxito no se hubiera producido sin la apertura de los mercados iniciada por Thatcher, a quien corresponde, sin duda, el máximo reconocimiento por haber puesto en pie a un país postrado, que en los años laboristas de Wilson & Callaghan, pasó por la vergüenza de tener que acudir a la ayuda del FMI. El país estaba entonces gobernado por los sindicatos, que nombraban candidatos y ministros, aunque aparentemente hubiera un gobierno de su “High Majesty” responsable ante el Parlamento, lo cual nos invita a amargas reflexiones comparativas con nuestro indigno presente sobre la traición a las instituciones democráticas con la complicidad, o pasividad, de la sociedad... La lucha de Thatcher por levantar al país debería ser recordada con reverencia, pues ella, ¡la derechista! Devolvió la dignidad –y la representatividad– al Parlamento más antiguo del mundo.

Las cuatro legislaturas de Thatcher y las tres de Blair han sido más de 25 años de recuperación de una democracia más veraz: dedemocracia de signo liberal, con un legado que, junto el de Reagan en EEUU, ha irradiado al resto del mundo. RU, considerado un país viejo, volvió a ser líder –con EEUU– de la política internacional. No se ha reconocido así. Ni sus propios compatriotas participan de tal entusiasmo: critican la alianza –o servidumbre, dicen muchos–, a EEUU. Así lo reflejan las defensivas palabras de despedida Blair: “Sí, es duro a veces ser el aliado más fiel de EEUU... Sé que la gente sólo ve el precio de esa alianza. Pero renunciemos a ella, y el coste en términos de poder, peso e influencia para Gran Bretaña sería infinitamente mayor”.

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