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Luis Hernández Arroyo

La efectividad de las ideas

Mientras Estados Unidos, y en parte el Reino Unido, renacía en 1980, y recuperaba valores propios de su cultura, Europa se ensimismó en una matriz de ideas "blandas" que llevan directamente a la decadencia que muestran las cifras.

El problema de Europa es prioritariamente político, no económico. Es un problema de opinión pública, que es la que decide quien gobierna en cada uno de los países y en la UE. Quiero decir: no qué partido gobierna –irrelevante para lo esencial–, sino sobre qué ideas se va a permitir gobernar. La opinión pública europea está totalmente confundida: ahora, y en muchos años, salvo que salga a la arena líderes de la dimensión histórica de una Thatcher, tendremos gobiernos maniatados para tomar decisiones sobre lo que importa realmente.

Si se proyectan las trayectorias actuales de tres datos básicos como son productividad, población e innovación, dentro de 20-30 años la distancia entre EEUU y la UE se habrá ampliado hasta abismos inimaginables. Como ilustración, en la pequeña tabla adjunta (que representa un índice, relativo a la media de los países de la Unión Europea, de un indicador tan relevante como el PIB per cápita, corregido para reflejar un mismo poder adquisitivo), puede verse cómo se ha modificado la situación relativa en los últimos 10 años: EEUU ha aumentado su enorme ventaja relativa sobre la media UE, mientras que los países del euro, los "líderes", se reduce dramáticamente.

PIB per cápita (en PPP) 1996 2006
EU (25 países) 100.0 100.0
Euro-zona 110.8 105.7
EEUU 150.9 152.3

Fuente: EuroStat.

Téngase en cuenta que las cifras están suavizadas por su homologación por el discutible criterio de igualar el poder adquisitivo; sin él, las diferencias probablemente se agudizarían. Aún así, los resultados son elocuentes, porque en definitiva muestran que los europeos desdeñan este tipo de cosas, puesto siguen votando a la misma clase política desde hace años, la cual ofrece soluciones a problemas inexistentes que generalmente ella misma se encarga de agrandar.

Por el contrario los norteamericanos si parecen vivir más pie a tierra y valorar el aumento de su renta, del empleo, y de su nivel de consumo. Por ejemplo, la tasa de paro tiene allí relevancia electoral; aquí, en cambio, parece reinar una complaciente resignación sobre ello. Es más, aquí pensamos que los estadounidenses demuestran con esas cifras que son demasiado materialistas y despreocupados por el futuro del medio ambiente, y que los europeos estamos más cerca de la sensatez al ponderar y sopesar las variables económicas "duras" con falsas consideraciones éticas, como son el medio ambiente y la distribución. Se nos ha inculcado una inexistente incompatibilidad radical entre ética y economía, lo que tiene y tendrá efectos desastrosos.

Hubo un tiempo en que no era así, en que Europa aventajaba a EEUU en productividad y renta per cápita. Claro que, como dice Mackinnon, aquellos años fueron el fruto del plan Marshall –y no tanto, como se cree, de la fundación de la CEE–, cuya ejecución exigía a los europeos productividad, trabajo y mercados libres. Pero fuimos distanciándonos, sobre todo desde 1980, año en el que Reagan tomó las riendas y transformó el sentimiento de sus ciudadanos con efectos prolongados, aunque no garantizados para siempre.

Son los políticos los que siembran las semillas que, al cabo de años, fructifican en actitudes positivas o negativas para la sociedad. No es que tengan una gran imaginación creativa; es que son los que abren y cierran los canales por los que fluyen las ideas que, con el tiempo, arraigan la opinión pública: una vez se han consolidado y forman las creencias sobre las que se asienta la vida cotidiana, son determinantes. Mientras Estados Unidos, y en parte el Reino Unido, renacía en 1980, y recuperaba valores propios de su cultura, Europa se ensimismó en una matriz de ideas "blandas" que llevan directamente a la decadencia que muestran las cifras.

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