Menú
Luis Hernández Arroyo

La hora de mirar al futuro

¿Llegado el momento clave, van a admitir los independentistas una distribución equitativa de la deuda? Yo me temo que eso sería soñar fuera de la realidad (cosa de la que supongo capaz a Zapatero)

Desgraciadamente, la historia está llena de ejemplos de políticos gravemente equivocados en las consecuencias de sus actos. El error más común es aquel en el que el político cree que, llegado el momento, será capaz de doblegar a los grupos y capas sociales que le han apoyado en su conquista del poder. Podría llamarse este error el del aprendiz de brujo que pone en marcha fuerzas sociales que cuando se desbordan encuentran líderes políticos más ajustados a su radicalismo. Un ejemplo claro en la historia de España es el de Azaña, quien siempre estuvo convencido, hasta el desengaño final, que él dominaría y conduciría por la senda de la moderación (por supuesto anticlerical) a la izquierda. No hay que decir que ese craso error fue una de las causas de la guerra civil. Otro ejemplo, más reciente es de Pujol, ese nacionalista catalán "moderado" que propició el surgimiento de esos sectores nacionalistas nada moderados –que además de independentistas son republicanos y socialistas– que acabaron por desbordarle, a él y a su partido. En el caso de Pujol (y en el de Azaña), poco puede dudarse de su capacidad intelectual, lo que vendría a demostrar que las inteligencias más preclaras, capaces de penetrar en la compleja realidad como pocos, no deben caer en la "fatal arrogancia" de creerse omnipotentes.
 
Naturalmente –pues cae por su propio peso–, Zapatero es un político de este tipo, pero de una clase especial. Por ejemplo, parece incapaz de escribir una obra tan rica como la de Azaña y no da visos de poseer la ductilidad mental de Pujol. En otras palabras, no sólo parece convencido de que al final sabrá controlar y reconducir los "excesos" de los nacionalistas que le apoyan, sino que para él no existe la palabra "factura" o "costes", pues sus declaraciones denotan que él cree que esas facturas las pagarán finalmente esos sectores sociales "derechistas" y "reaccionarios" que sólo existen en su cabeza. En fin, que la destrucción acelerada del Estado español (perdonen el eufemismo) no tiene costes, y si los tiene, caerán sobre los "malos".
 
Pero si hay algo absolutamente cierto es que, en esta carrera hacia la nada, la factura será gigantesca y la pagaremos todos. No voy a mencionar más que de pasada lo que primero salta a la vista, pues hemos tenido un conato de ello con la "batallita del cava". La interrupción de los flujos económicos interregionales sumiría a lo que quede de España en un nivel de renta literalmente tercermundista. Pero hay más. ¿Qué pasa con la deuda nacional? ¿Llegado el momento clave, van a admitir los independentistas una distribución equitativa de la deuda? Yo me temo que eso sería soñar fuera de la realidad (cosa de la que supongo capaz a Zapatero). Es más realista suponer que la van a repudiar. ¿Y qué cantidad representa esa deuda? Según datos oficiales, a finales de 2003 la deuda era de 378 m.m de euros, un 50,7 por ciento del PIB. (Ha de notarse, de pasada, que el gobierno de Aznar logró alcanzar esa tasa desde el 68 por ciento de 1996. A cada uno lo suyo.)
 
En suma, si las fuerzas disgregadoras despertadas por Zapatero se salieran con la suya, y repudiaran todo o parte de la deuda, esa moderada tasa aumentaría sensiblemente en función de lo que menguara el denominador: es decir, en función de cual sería el PIB residual de lo que quedara de España (si es que no fuera repudiada también esta palabra). Pero hay más. Hemos hablado de mengua del denominador, o del volumen de producción para hacer frente a esa deuda. Pero ¿Y el numerador? ¿Es realmente esa cifra de 378 m.m la deuda española? Falso. Pues esa cifra no es más que la deuda pasada, pero la lógica de la deuda es otra: Deuda es realmente, como dice Buchanan, el valor actual de los todos los compromisos de pago futuros: por ejemplo, futuras pensiones y sueldos de funcionarios que pasarían a cargo, en todo o en parte, de lo que quedara del Estado central. En otras palabras, los futuros ciudadanos de lo que quede de España tendrían que hacer frente a una ratio Deuda/PIB notablemente mayor, tanto por fuerte incremento de lo debido como por radical disminución de renta para hacerle frente. (El mismo ejercicio podría hacerse en términos de deuda per cápita.) Escalofriante pero cierto.
 
Esto no es una llamada de atención, por otra parte inefectiva, al Gobierno. Es una llamada de atención a la oposición, para que deje de creer que todavía hay resquicios para negociar con el Gobierno cualquier reforma de la constitución. La oposición debe, si no estoy equivocado en mi argumentación anterior, exponer a los españoles las consecuencias reales de lo que está pasando. Debemos de dejarnos de nostalgias de la historia de España (que yo comparto) y hablar de lo que cuenta: el futuro. Sin tapujos. Y sin tapujos, las consecuencias de la acción del gobierno son que nos quedaríamos sin presente para nosotros y sin futuro para nuestros hijos.

En Libre Mercado

    0
    comentarios