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Luis Hernández Arroyo

Paradojas de la historia

Cuando Estados Unidos y Alemania decidieron el despliegue de los Pershing 2 para contrarrestar la superioridad soviética estratégica sobre Europa, fuimos los europeos los que más bulla metimos en contra de tal medida defensiva.

Leyendo el deslumbrante artículo de GEES, el del peine para el calvo, me pregunto si la entontecida sociedad occidental se da cuenta de la opuesta actitud que manteníamos, y mantenemos, respecto a la "bomba" en este lado de la civilización y en el otro lado, el que nos amenaza descaradamente. Parece ser que no. Parece ser que no sólo la memoria histórica es, hélas, demasiado corta sino que, además, la inercia histórica no es menos intensamente pegajosa.

Si se asoman ustedes a TVE verán, en entrevistas a pie de calle, al pueblo llano iraní declarándose orgulloso de su futura bomba, plenamente dispuesto a sufrir un supuesto ataque del "Maligno". Ha de tenerse en cuenta que el Maligno, curiosamente válido para cristianos e islamistas, para ellos tiene una fácil identificación: EEUU. En cambio nosotros no sólo no lo identificamos, sino que no creemos en él. Esa ventaja que les damos.

El aire de halago tontorrón que se respira por TVE es apenas disimulado. Debe ser que ese simpático bigotudo, tan patriota y tan valiente, es del agrado del gobierno. Y es que es la máxima expresión del progresismo tercermundista y pro islamista que vivimos, así que no importa que sea un fanático religioso. Esto mismo se vio, hace unos años, cuando Pakistán y la India se enfrentaron sobre sus bombas nucleares: se levantaron oleadas de patriotismo de miles de millones dispuestos a morir por el orgullo de tener una bomba nuclear.

Volvamos la vista atrás y recordemos lo que la "patriótica" juventud occidental, los hijos de la posguerra mundial –la que fue salvada del terror hitleriano-stalinista–, pensaban sobre la disposición de armas nucleares y su capacidad defensiva contra la amenaza (real) de la URSS. Estaba en el ambiente de entonces, de viejos y jóvenes: la bomba era una amenaza... ¡para nosotros mismos! Sí, era, si no me equivoco, una opinión generalizada que llevaba a hacer manifestaciones, marchas hacia los acuartelamientos de misiles, peticiones pacifistas de desarme unilateral sin compensación (la propuesta más enfermiza que se ha podido ver), canciones pop con millones de discos vendidos, etc. Cuando Estados Unidos y Alemania decidieron el despliegue de los Pershing 2 para contrarrestar la superioridad soviética estratégica sobre Europa, fuimos los europeos los que más bulla metimos en contra de tal medida defensiva.

En suma, éramos tontos y lo seguimos siendo o, mejor dicho, lo somos aún más. Pero entonces había líderes como el socialdemócrata Helmut Schmidt, capaces de enfrentarse a la opinión pública. Ahora, nuestros líderes de opinión, como Felipe González –el amigo de Ahmadinejad, ese ser lleno de dulzura–, nos alientan a que seamos "equitativos", a reconocer que Irán tiene el derecho a desarrollar su propio programa nuclear. El terreno donde se siembran estas semillas de rendición incondicional es propicio. Está abonado por años de educación bobaliconamente pacifista, con al que nos han hecho creer que al final la guerra mundial la ganaron los "malos", los que tiraron la bomba en Hiroshima. Creo que nunca nuestra civilización ha estado tan en peligro desde la muerte de Hitler. Nuestra defensa se basa, desde entonces, en una superioridad estratégica incontestable que se están comiendo a grandes pedazos. Necesitamos líderes de una pasta distinta a la de los actuales.

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