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Luis Hernández Arroyo

Príncipes republicanos

Los que no somos republicanos, pues sabemos que una república sería igual de sectaria que las dos anteriores, hacemos votos porque tanto despropósito se acabe enderezando.

Primero de mayo, día del trabajador. Escuálida manifestación sindical en su onomástica más importante. Poco entusiasmo de las "masas oprimidas", que dejan el terreno libre para unos miles funcionarios cazados a lazo. Están de guardia, pero se resarcirán en el próximo puente, ya cercano. Los que no faltan son la tropa de los "marginales": Zerolos del Arco-iris, titiriteros del presupuesto –o de los presupuestos– y... los republicanos, a juzgar por el "tricolorido" que añaden al "rojo" sindical "obrero".

Yo conocí a republicanos de la guerra. Eran gente que se creía superior a los demás por el simple hecho de defender una forma de gobierno: la Forma. Estaban tan seguros que despreciaban a los demás. ¡Eran tan racionales! Lo que pasara bajo esa forma les traía sin cuidado, mientras en los edificios públicos oteara la bandera que se inventó Lerroux. Resulta que durante su república, dejaron que se cometieran los actos más viles bajo el manto protector y eximente de su tricolor. Por permitir, permitieron y participaron en la tropelía de la revolución del 34, que fue un intento de derrocar su propio régimen para que los locos del PSOE pudieran instaurar una dictadura del proletariado. Su particular sectarismo les llevaba a menospreciar cualquier sensatez de derechas que oliera a restauración, pero se codeaban lindamente con los comunistas-socialistas.

Oigo por la radio que, en la manifestación, los banderines republicanos se han agotado, pero que los de la bandera de España no se han vendido. Normal. Esto es España. Casualmente, al mismo tiempo, la princesa de Asturias daba a luz a su segunda candidata a la corona. El príncipe, azorado y dolido, pedía perdón a la prensa, casi humillado, por haber tenido una hija en puente, ¡oh, sacrilegio! No percibe que a mí y a otros que modestamente luchamos en la Transición por su padre, y porque él suceda a su padre y sus hijas a él, nos sentimos tristemente humillados por ese gesto servil. Sólo le falta llevar en la solapa una insignia tricolor republicana ¿Qué quiere hacerse perdonar?

Los que no somos republicanos, pues sabemos que una república sería igual de sectaria que las dos anteriores, hacemos votos porque tanto despropósito se acabe enderezando. Pero cuando ves al mismo héroe de la tragedia flaquear sin criterio ni dignidad, pedir perdón por hacer su papel –como si no supiera muy bien que pinta ahí teniendo hijas–, uno se siente acongojado y se tira directamente a confiar en la providencia, a ver si entre tanta sinrazón... ¿O quizás se sienta culpable de desbaratar, con su familia, los planes republicanos?

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