Menú
Luis Herrero

Sánchez toca la lira

La nueva normalidad de la que habla Sánchez será la de la pobreza. Saldremos del confinamiento de nuestras casas para entrar en el de un Gobierno estatalizador. 

La nueva normalidad de la que habla Sánchez será la de la pobreza. Saldremos del confinamiento de nuestras casas para entrar en el de un Gobierno estatalizador. 
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el Congreso. | EFE

Hay algo, desde hace tiempo, que no me cuadra. Tal vez debería hacérmelo mirar pero sospecho que Pablo Iglesias conoce el lugar exacto en el que Sánchez enterró algún muerto de su pasado. De otro modo no se explica que le deje campar por los medios de comunicación haciendo apología de un comunismo rancio que echa para atrás o batirse a duelo, uno a uno, con los pesos pesados del consejo de ministros. Atila redivivo.

Los empresarios le escuchan con horror. La economía, si él es el aparejador de la reconstrucción, quedará asolada por la acción abrasadora de un sector público hidrocéfalo y manirroto. Los vaticinios son unánimes: la deuda se hará insostenible. El desempleo se convertirá en la nueva pandemia. La actividad económica colapsará. ¿No debería Sánchez evitarlo? Pues de momento, miradlo, ahí está como Nerón, tocando la lira en su torre de Mecenas. No hay bomberos que puedan apagar el incendio. Iglesias se ha impuesto a todos. A Calviño, a Calvo, a Ábalos, a Escrivá, a Illa, a Ribera, a Montero. Otro G-7 de ministros desamparados. El partido se lleva las manos a la cabeza, y el país, al bolsillo. La nueva normalidad de la que habla Sánchez será la de la pobreza. Saldremos del confinamiento de nuestras casas para entrar en el de un Gobierno estatalizador.

El martes negro, el día que Sanidad decidió sacar a los niños de sus casas de tres en tres para meterlos en las farmacias, los bancos y los supermercados, la techumbre de Moncloa estuvo a punto de venirse abajo. Sánchez había dicho el sábado anterior, durante su soflama televisiva habitual, que podrían salir a tomar el aire fresco. La portavoz Montero, en la rueda de prensa del Consejo, se esforzó por argumentar que no había contradicción alguna entre la promesa suscrita por Sánchez y la decisión del Gobierno: "con eso de respirar aire fresco —dijo— el presidente se refería a la capacidad de que pudieran abandonar sus domicilios. Llevan cinco semanas de confinamiento sin haber visto la luz". Las redes sociales se sublevaron. Alguien se había vuelto loco.

Podemos avizoró el tsunami y Pablo Iglesias utilizó a su grupo parlamentario para ganar la partida: o había rectificación, o la convalidación del estado de alarma que debía votarse al día siguiente estaba en peligro. Sánchez e Iglesias se reunieron por la tarde y quedó claro quién mandaba más de los dos. "Nos congratulamos de que se adopten las recomendaciones que ha venido planteando nuestra Dirección General de Derechos de la Infancia y de la Adolescencia", publicó el twiter el líder podemita nada más salir de La Moncloa.

48 horas después, embutido en un traje nuevo con tanta holgura en el cuello que parecía un sayal franciscano, el nuevo hombre fuerte de la situación salió a la palestra para entonar el sua culpa: "Comunicamos mal." Un nuevo concepto de autocrítica: pedir perdón por los errores de otros. Desde ese día, a la portavoz se la ve pasear con un rejón en la espalda y los viejos exploradores ya saben quién dirige la caravana. Es insólito. Sánchez debería saber que Iglesias es veneno para el consenso. Hasta el PNV ha puesto pies en polvorosa. Urkullu quiere elecciones en julio para que la desastrosa gestión del Gobierno que él hizo posible con su apoyo en la investidura no le acabe llevando al huerto. La cordura clama al cielo —a Lambán también se lo llevan los demonios— mientras Podemos pone a Bildu por los cuernos de la luna y mira con simpatía la exigencia de Rufián de volver a hablar de lo suyo antes de que acabe junio. ¿Con quién pactará el Gobierno la reconstrucción de España? ¿Con quienes no quieren saber nada de ella? En todo esto hay algo que no me cuadra. Si Sánchez sigue tocando la lira, mientras Iglesias culpa a la derecha de provocar el fuego, el primer cuerpo que aparezca carbonizado será el suyo. Y a continuación, los de todos nosotros.

Temas

En España

    0
    comentarios