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Luis Herrero

Una brújula para esta noche

Estas son algunas de las reflexiones que he ido anotando en mi cuaderno azul de periodista veterano para la noche electoral.

Estas son algunas de las reflexiones que he ido anotando en mi cuaderno azul de periodista veterano para la noche electoral.
Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera | EFE

Pocas veces he hecho más el ridículo profesional que en algunos programas electorales. Tiendo a ser confiado con las encuestas y eso me ha metido en muchos líos. Me ha llevado a sacar conclusiones precipitadas y a defender explicaciones de una realidad que sólo existía en el mundo virtual de las conjeturas provisionales. Pero soy tozudo y por eso trato de depurar, año a año, técnicas periodísticas que me ayuden a analizar mejor que al resto -puñetera vanidad- las cosas que van sucediendo la noche de autos. Desde 2004 llevo al día un cuaderno de bitácora donde apunto algunas de las cosas interesantes que suelen ocurrir en días como este 20-D con el único afán de hacerme perdonar, haciendo bien, lo que en otras ocasiones he hecho rematadamente mal. En ese cuaderno de anotaciones hay apuntes que juzgo muy interesantes y tal vez útiles para quienes quieran tener un vademécum distinto al usual con el que calibrar la brújula que puede guiarnos a partir del cierre de los colegios.

La idea de este artículo es compartir con ustedes algunas de esas anotaciones para que puedan adelantarse un poco a los demás (eso si acierto, claro), o de que puedan sacarme los colores si la realidad vuelve a dejarme como a Cagancho en Almagro. Dado que las elecciones de 2004 fueron tan extrañas por culpa del trágico atentado del 11-M, he preferido no utilizar los datos de aquella vez y centrarme en lo que observé en las dos últimas elecciones generales. Ahorro, claro, la salvedad evidente de que todo lo que ocurrió en esas dos elecciones estaba marcado por un paisaje bipartidista que esta noche, felizmente, parece destinado a pudrir malvas. Esta noche electoral es una competición a cuatro -no a dos- y eso puede hacer, supongo, que algunas experiencias varíen. Una vez curado en salud, estas son algunas de las reflexiones que he ido anotando en mi cuaderno azul de periodista veterano:

A las ocho de la tarde, con esa presuntuosa puntualidad con que los medios de información se aprestan a hacer el ridículo fiándose de los chamanes que destripan los hígados de las ocas, conoceremos los sondeos a pie de urna. Me suena lejanamente que alguna ves me explicaron por qué se llaman israelitas, pero no lo recuerdo bien. He tratado de refrescar la memoria con la ayuda de Google, pero sus primeras búsquedas no me lo ponen fácil. Así que paso de hacer una indagación exhaustiva. Juraría que es porque el método de preguntar por el voto ya emitido a la salida de los colegios electorales se utilizó por primera vez en Israel. No sé si funcionó. En España, no suele.

En 2008 todos las empresas que se dedican a eso se equivocaron con el PP. Todas le dieron menos de lo que sacó, y eso que abrieron horquillas de cinco escaños. La apuesta más alta aún se quedó por debajo: le pronosticaba 152 y obtuvo 154. En 2011 pasó algo parecido. Nadie acertó. Rajoy obtuvo un escaño más de lo que nos dijeron a las ocho que ocurriría: las israelitas aseguraban que sacaría entre 181 y 185 y al final consiguió 186.

Con el PSOE pasa al contrario. Tiende a sacar menos de lo que afirman los gurús a pie de urna. En 2008 sólo acertó una firma -"Opina", contratada por la cadena SER-, que le adjudicó una cosecha de entre 168 y 173 escaños. Los socialistas obtuvieron 169. Los demás encuestadores patinaron: dos le dieron mucho más de lo que obtuvo (las puntas más bajas de las horquillas hablaban de 172 y 173) y, sin embargo -rara avis- Demoscopia se equivocó por el otro lado, o sea, por el lado cicatero: predijo que Zapatero obtendría 166 diputados como máximo y se confundió a la baja en 3. Cuatro años más tarde, en 2011 -esta vez sin excepciones- todos los demóscopos volvieron a inflar las expectativas socialistas. Predijeron a las ocho de la tarde que sacaría entre 115 y 119 escaños y la realidad quedó fijada en 110.

Conclusión: en las dos últimas elecciones generales, el pronóstico a pie de urna fue manifiestamente mejorable. La tendencia es a darle al PP menos representación de la que obtiene. Con el PSOE sucede al contrario. En esta ocasión he leído que hay medios informativos -las televisiones públicas, para más inri- dispuestos a gastarse más dinero que nunca para no cometer errores. Se van a pulir 500.000 euros para depurar un sondeo que caduca enseguida. Ya no a las dos horas, como sostiene equivocadamente El Español, sino a la hora escasa. Lo veremos enseguida.

La dirección de estos errores de pronóstico no sigue el mismo patrón de los que comete el CIS. El CIS tiene buena reputación porque trabaja con más muestras que nadie (se lo puede permitir porque su presupuesto sale del dinero público) pero su pólvora, aunque sea del Rey, no es más certera que la privada. Con el PP siempre se pasa por exceso. En 2008 le adjudicó a Rajoy un diputado de más (predijo 155 y la cosa se quedó en 154) y en 2011 multiplicó su error por seis: Rajoy obtuvo 186 escaños y el CIS auguró que obtendría 192. Con el PSOE también se equivoca, pero no siempre en el mismo sentido. En 2008 le dio mucho menos (dijo 161 y la realidad fue 169) y en 2011 le dio mucho más (creyó que Rubalcaba llegaría a los 118 y sin embargo se quedó en los 110).

Conclusión: los encuestados que votan al PP, ya sea el mismo día de la votación o pocas semanas antes, se avergüenzan a la hora de reconocer sus preferencias en voz alta. Los del PSOE, por el contrario, disimulan arteramente su intención de asestarle una puñalada traidora. Muchos no reconocen que van a dejar de votarle.

Lo más interesante de mi cuaderno de bitácora, sin embargo, no tiene nada que ver con las encuestas. Hablo ya del escrutinio oficial. Los primeros datos se conocen a las nueve de la noche, una vez que han cerrado los colegios electorales en Canarias. En 2008 el primer dato afloró, en concreto, a las 21,08 (9% escrutado). Cuatro años después se depuró la técnica y el primer dato se adelantó siete minutos: a las 21,01 ya se había escrutado el 8% de los votos. Lo normal es que los comentaristas de los programas electorales, cuando se dan a conocer esos primeros porcentajes, digan en voz alta que son datos que no conviene tomar demasiado en serio porque el porcentaje escrutado es demasiado bajo. ¡Ojo: eso no es del todo verdad!

La primera evidencia empírica (según la experiencia en 2008 y 2011) es que ese 8-9% de voto escrutado que se da a conocer a primera hora, entre las nueve y las nueve y diez de la noche, ya refleja con claridad cuáles van a ser las posiciones en el pódium. Es decir, que ya sabe quién gana y quién se queda el segundo. En 2008 la cosa estaba muy reñida (según las encuestas) pero a las nueve de la noche el PSOE ya abría una brecha muy amplia respecto al PP con el 9% del voto escrutado. En 2011 estaba claro que el PP ganaría y a las nueve de la noche los primeros datos ya apuntaban la magnitud de la barrida.

Lo curioso del asunto (y no sé cuál es la explicación) es que el primer escrutinio oficial se acerca mucho (insisto, mucho) a los resultados finales en el caso del partido socialista, y no tanto en el caso del PP. En 2008, con el 9% escrutado, el PSOE sacaba 173 escaños, sólo cuatro más de los que obtuvo al final del escrutinio. Y en 2011, asómbrense, con el 8,3 % del voto escrutado, obtenía 110 escaños, exactamente los mismos que obtuvo al finalizar el recuento.

Con el PP, en cambio, no pasa lo mismo. Los primeros datos siempre le dan bastante menos de lo que obtiene. En 2008, nueve escaños menos. En 2011, 18 escaños menos.

Otro dato curioso: a las 21,30 se facilita el primer dato oficial de voto escrutado que ya contiene información de las urnas canarias. Y es justo en ese momento cuando el pronóstico de los populares se empieza a acercar a la realidad. En 2008, a las 21,30, con el 33% escrutado, el PP sólo sacaba 3 escaños menos (151) de los que obtuvo (154). A esa misma hora en 2011, con el 38% escrutado, la diferencia fue muy parecida: el escrutinio le adjudicaba 182 y al final consiguió 186.

Conclusión: Los datos que conocimos en 2008 y 2011 a las 21,30 cuadraron, con sólo un error de más/menos cuatro, el número de escaños que obtuvieron, al final de la noche, populares y socialistas. Esta noche, sin embargo, las cosas pueden ser distintas (o no) por dos razones fundamentales: porque el volcado de los datos al sistema no lo va a hacer la empresa Indra, como en las elecciones anteriores, sino una UTE de empresas que se estrenan en estos menesteres. Lo que he leído en la prensa estos días es que los ensayos dejan bastante que desear. Mal asunto. La segunda razón es obvia: esta noche no hay sólo dos partidos en el cuadrilátero, sino cuatro. La distorsión que pueda producir ese hecho en los sucesivos avances de escrutinio oficial es un arcano. Mejor. Así, todo será más emocionante.

Hasta ahora ha habido avances de escrutinio, a partir de las nueve de la noche, más o menos cada cinco minutos. Pero no hay que esperar mucho para saber qué ha pasado. En las dos elecciones precedentes, a las 21,45 ya estaba todo el bacalao vendido, escaño arriba escaño abajo, con poco más del 50% de los votos escrutados. Si no varía mucho el panorama esta noche, más o menos a las 11 de la noche comenzará el desfile de los actores para decir que han ganado. Esa es, claro, la última anotación que quiero compartir esta noche: la experiencia dice que, pase lo que pase, todos se las ingenian para decir que son unos fenómenos. Creérselo o no ya es cuestión de cada uno.

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