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Luis Pazos

Políticas anticrisis

Ante la crisis se evidencia la ventaja de una macroeconomía sana, como la mexicana: deuda externa bajo control, inflación entre las más bajas de América Latina, altas reservas monetarias y un alto nivel de capitalización de los principales bancos.

No es predecible el daño que causará la crisis de Estados Unidos, pero los que más la sufrirán serán los países con grandes deudas a corto plazo y Gobiernos que operan con desequilibrios, bajas reservas y sistemas financieros descapitalizados.

Ante la crisis se evidencia la ventaja de una macroeconomía sana, como la mexicana: deuda externa bajo control, inflación entre las más bajas de América Latina, altas reservas monetarias y un alto nivel de capitalización de los principales bancos. Hasta junio, los bancos mexicanos registraban ganancias y, a finales de agosto, la cartera vencida de la banca era de 2,5 por ciento del total. Esa cartera está cubierta con reservas.

Tales cifras no significan que no habrá un efecto negativo para la economía mexicana, que crecerá por debajo de lo previsto y con menor creación de empleos. La reducción del precio del petróleo implica menos ingresos del exterior. Y aunque las divisas petroleras representan menos del 20 por ciento de las exportaciones mexicanas, el total de las exportaciones se reducirá por la caída de la actividad comercial en Estados Unidos, nuestro principal socio comercial.

Para que la economía mexicana se mantenga sólida y se minimicen los efectos negativos de la crisis es necesario que el presupuesto de 2009 del Gobierno federal mantenga el equilibrio, sin generar presiones inflacionistas. Los diputados deben tener en cuenta la reducción del precio del petróleo y la menor recaudación fiscal debida al menor crecimiento económico, por lo que deberían de aprobar reformas que incentiven la inversión, el empleo y el futuro crecimiento.

Si la reforma energética mexicana permite la inversión privada en el refino de gasolina en México, en lugar de en Texas, las nuevas inversiones significarán un crecimiento adicional de 1% del PIB y la creación de más de 300.000 empleos anuales. Con una macroeconomía sana y la aprobación de una reforma petrolera que incentive la inversión en el refino, los daños de la crisis internacional serán menores.

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