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Manuel Ayau

¿Han fracasado los economistas?

Si continuamente se cayeran los puentes, concluiríamos que los ingenieros están equivocados, así como si los pacientes se mueren constantemente pensaríamos que los médicos no sirven. Es por los resultados que juzgamos el éxito o fracaso del conocimiento profesional, y observando la economía del mundo tenemos que dudar de la ortodoxia económica.

Resulta evidente que los economistas han fallado si los juzgamos por lo ocurrido en los países que les permitieron gran injerencia en los asuntos públicos. Vemos países tan diversos como Japón y Argentina, otrora prósperos, sufriendo malestares económicos serios. La mayoría de países pobres no logran despegar, a pesar de la asesoría de economistas propios y extraños, graduados de las más prestigiosas universidades del mundo. También vemos cómo la masiva afluencia de consejeros a Rusia de parte del Banco Mundial, el FMI y del Departamento de Estado fue un caro fracaso, mientras que las grandes cantidades de ayuda económica a los países pobres, acompañadas de consejos económicos, no han logrado lo prometido. Entonces, ¿qué pasa?

Estados Unidos es un caso especial porque existen factores que impiden las recetas económicas profesionales, y por ello prevalece el mercado. Esa nación abarca cincuenta países (estados) celosos de su soberanía, con legislación independiente no armonizada por ley, un gobierno federal con poderes limitados y explícita misión de minimizar su injerencia en los estados. Las barreras arancelarias no impiden la competencia, como sucede en un país chico, debido a la intensa competencia interna. Realmente, es el más exitoso, más viejo y más grande mercado común. La gente puede “votar con los pies” cuando el gobierno de un estado adopta políticas económicas desacertadas; simplemente se mudan a otro. Así, el daño se localiza y no se “armoniza”. Cierto, no es posible escapar completamente a la manipulación económica, cada vez mayor, del gobierno central; y esa tendencia no es prometedora.

En disculpa de los economistas, nótese que los gobiernos tienden a encargar los aspectos económicos a hombres de negocios exitosos. Pero ya se comienza a comprender que los hombres de negocios suelen ser analfabetos en el campo económico, confundiendo la economía con los negocios. La mayoría de las escuelas de negocios no enseñan economía, o enseñan sólo macroeconomía, porque en realidad no es necesaria.

Es ya cada vez más reconocido que la economía que sí funciona es la llamada “de mercado”, que no es más que el ejercicio del derecho de propiedad sobre las cosas, bajo un régimen de iguales derechos ante la ley. La genuina ciencia económica surgió para explicar ese fenómeno, pero esto no es precisamente lo que hoy se enseña en las universidades de renombre, donde insisten en la ortodoxia económica (mainstream economics), con sus abundantes fórmulas y estadísticas, aparentando el tecnicismo que tanto gusta a entidades financieras, asesores internacionales y gobiernos dispensadores de ayuda. Tales posturas y modelos aparentan basarse en el mercado, pero a la postre no le permiten al mercado funcionar. Es un contrasentido querer que funcione el mercado y adoptar políticas económicas oficiales para dirigirlo. Es evidencia de incomprensión económica.

Ya debería reconocerse que el economista que se considera capacitado para manipular los fenómenos económicos a través de políticas gubernamentales es un economista incompetente, porque el mercado que no es libre, no es mercado. Felizmente, cada día se entiende más que el imperfecto mercado funciona mucho mejor que el imperfecto gobierno, y ojalá que pronto se pueda desenmarañar las economías empobrecedoras, dejando que factores naturales y el mercado sirvan de guía. Sólo así dejaremos atrás la pobreza.

© AIPE
Manuel F. Ayau Cordón es ingeniero y empresario guatemalteco, fundador de la Universidad Francisco Marroquín. Fue presidente de la Sociedad Mont Pelerin.


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