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Manuel Llamas

Rajoy necesita dos tardes

Lo que defiende Mariano es que el paro siga creciendo.

La gran desgracia de este país no radica en la inoperancia e incapacidad del Gobierno socialista para poner en marcha las reformas que permitirían salir de la crisis con solidez y garantías. No, ni mucho menos. La auténtica lacra reside en la inexistencia de una alternativa política capaz de liderar los duros cambios que precisa la economía nacional para evitar que, tarde o temprano, España se argentinice.

Y es que no hay nada peor que un ignorante atrevido. Nos cuenta Mariano que "no va a intervenir ni a opinar" sobre las fusiones entre cajas de ahorros porque se considera un "liberal de verdad". Atención al dato: ¡el líder de la oposición se autoproclama liberal!

Más que desfachatez, un completo sinsentido. Y no porque Rajoy quisiera expulsar de su partido a los escasos "liberales" que militan en las filas del PP, sino por las argumentaciones que ofrece. Rajoy no se moja porque "cuanto menos intervenga la política" en el futuro de las cajas, "mejor". Como si tales entidades financieras estuvieran exentas de la influencia política. Parece que el líder popular todavía no se ha enterado de que Caja Castilla-La Mancha (CCM), la primera caja quebrada en España, estaba presidida por un ex político del PSOE, al igual que otras muchas.

Parece ignorar, además, que el sistema financiero es el sector económico más regulado e intervenido en las democracias occidentales; que las cajas de ahorros dependen, en última instancia, de los gobiernos autonómicos; olvida que el proceso de fusiones está siendo dirigido desde el Gobierno, por la propia ministra de Economía, y bajo la supervisión del Banco de España –un órgano de planificación financiera– y la burocracia de Bruselas.

¿A qué tipo de liberalismo se refiere Mariano? ¿Al mismo que le sirvió para aprobar junto al PSOE un rescate bancario (FROB) valorado inicialmente en 90.000 millones de euros? Un "liberal de verdad" abogaría por eliminar el engendro financiero-político de las cajas de ahorros, exigiría transparencia total al Gobierno en el uso de dinero público para ayudar a entidades con problemas de liquidez y apoyaría, sin miramientos, la liquidación de bancos y cajas insolventes.

Pero los ejemplos de liberalismo marianista van mucho más allá y, de hecho, encajan perfectamente en el ideario socialista más retrógrado, propio de los sindicatos. El líder del PP rechaza frontalmente, al igual que CC.OO., que los convenios colectivos fijen una rebaja mínima del 1% en los salarios, tal y como reclama la patronal empresarial. "Yo no apoyo eso", afirma como buen liberal que es.

De este modo, lo que defiende Mariano es que el paro siga creciendo. La fijación de sueldos por encima del valor de mercado genera desempleo. Rajoy desconoce que la mano de obra responde a la ley de la oferta y la demanda, al igual que todo bien y servicio.

Durante los primeros años de la Gran Depresión en EEUU el entonces presidente Hoover insistió en la necesidad imperiosa de no recortar los salarios a los trabajadores. Lo único que consiguió fue un aumento histórico del paro, hasta tasas superiores al 25%. Por si ello fuera poco, Rajoy defiende con uñas y dientes el teatrillo del "diálogo social". Ya se ha olvidado de que el actual mercado laboral español es una pesada herencia del franquismo, cuya reforma es imperiosa.

En la actualidad, el sueldo medio de los trabajadores estadounidenses acaba de registrar un descenso histórico del 5% interanual en el segundo trimestre. Claro que allí no existe tal "mesa de diálogo". Quizá por eso la productividad aumente a una tasa anualizada del 6,4%, tras al recorte de horas de trabajo en las empresas, y el paro todavía no haya alcanzado el 10%, pese a padecer la mayor recesión en décadas.

¿Liberal dice? Sería para echarse a reír a carcajada limpia si no fuera el líder de la oposición el autor de semejante insulto a la inteligencia de los ciudadanos. Rajoy, el rojo, es más bien un socialista acomplejado de perfil bajo que, al igual que su compañero Zapatero, precisa, al menos, dos tardes de economía básica para saber diferenciar entre izquierda y derecha, arriba y abajo, delante y detrás... Liberal y socialista.

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