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Marcel Gascón Barberá

"Firma ahí abajo, Pablo, al lado de los compañeros vascos"

Escuchando a Casado, parecía que el PSOE se hubiera echado al monte legitimado por los desbarres de Vox.

Escuchando a Casado, parecía que el PSOE se hubiera echado al monte legitimado por los desbarres de Vox.
Pablo Casado. | EFE

Nadie puede negar que Pablo Casado dio el jueves un puñetazo sobre la mesa con un discurso contra Abascal tan discutible en el fondo como logrado en la forma. Lo que no está tan claro es si el puñetazo servirá para conjurar la amenaza de Vox a la hegemonía del PP como gran fuerza de la derecha, como opina el commentariat centrista, o si, simplemente, se ha cargado para siempre la mesa sobre la que trabajaba.

Es pertinente, para empezar, destacar una de las muchas injusticias y falsedades contenidas en su discurso antivox. El aún líder de la oposición habló de Abascal y su partido como si su radicalismo (un radicalismo que exageró arteramente colgándole entre otras etiquetas las de eurófobo y franquista) hubiera empujado a la izquierda a romper la baraja constitucional.

Escuchando a Casado, parecía que el PSOE se hubiera echado al monte legitimado por los desbarres de Vox, afirmación que se refuta con esta simple pregunta: ¿cuántos diputados tenía Vox cuando el PSOE tumbó al moderadísimo Rajoy para formar su primera mayoría frankenstein?

Pero concedamos, para avanzar, que tener razón y decir la verdad son, como dijo una vez Sostres, veleidades de tertulianos. ¿Ha desactivado Casado, como pretenden quienes aplauden con buena intención al líder de la oposición, el discurso frentista de Sánchez? No lo creo. Porque ¿cuándo ha necesitado el PSOE, especialmente desde Zapatero, la mancha de una colaboración con Vox para imputarle al PP una naturaleza antidemocrática y reaccionaria?

Más que desactivar el discurso guerracivilista de la parte menos asilvestrada de nuestra izquierda, pienso que Casado le regala al sanchismo un argumento particularmente eficaz contra el PP cada vez que éste denuncie la gravedad de lo que está haciendo el Gobierno en España. Una especie de “pensábamos, señor Casado, que su alejamiento de los ultras era sincero” que Iglesias completará hablándole de tú:

Vuelve ahora, Pablo, a la senda de la moderación que un día emprendiste apartándote del fascismo de Vox.

Este nuevo as no habrá de utilizarlo el Gobierno en la cuestión de la renovación de los jueces. Casado se ha avenido a negociar lo que había rechazado al principio. Así le ofrece a Sánchez una salida honrosa al lío en que se metió con la Unión Europea al intentar redoblar la politización de la Justicia en España.

Sánchez tiene ahora en bandeja una explicación particularmente conveniente que llevar a Bruselas: el problema era la postura antisistema del PP, y abandonarla separándose de los ultras ha sido suficiente para salir del bloqueo sin necesidad de una reforma en el modo de elección de los jueces.

Mientras tanto, el PSOE se apunta otro tanto con la vieja táctica izquierdista que la noche de la moción denunció Cayetana en el programa de Dieter: dar tres pasos adelante para acabar retrocediendo dos en una aparente retirada. Es decir, acabar avanzando un paso.

Según algunos de los que han celebrado la intervención de Casado, su virulenta ruptura con Vox no solo salva a su partido de la caricatura que de él ha venido haciéndose desde mucho antes de que Abascal fundara Vox. También nos acerca a la posibilidad de una gran coalición con un PSOE obligado a volver al centro ante la apuesta por la moderación del PP.

Yo, personalmente, soy incapaz de imaginarme a Sánchez ofreciéndole la vicepresidencia a Casado. Veo mucho más probable que lo que le ofrezca un día de estos sea sumarse al manifiesto que el PSOE y sus socios proetarras y signatarios de declaraciones unilaterales de independencia firmaron el jueves contra la amenaza a la democracia que dicen que supone Vox.

Un manifiesto, por cierto, que despliega en torno al partido de Abascal el mismo cordón sanitario que allá por 2004, mucho antes de que se fundara Vox, se le aplicara al mismo PP con idénticos argumentos a los que hoy invoca Casado para repudiar a Vox.

Firma ahí abajo, Pablo, al lado del nombre de los compañeros vascos que tanto sufrieron durante décadas de conflicto felizmente superado en Navarra y el País Vasco.

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