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María San Gil

Crónica de una expulsión anunciada

Lo sabíamos y lo habíamos anunciado con antelación. Ésta es la crónica de una expulsión anunciada. El alcalde de San Sebastián, el socialista Odón Elorza, ha perfilado una campaña propagandística durante un mes para escenificar la expulsión del PP del Gobierno Municipal, tomando como excusa una operación urbanística muy importante para la ciudad. Auditz-Akular (que así se llama el nuevo barrio a construir) era la excusa. El peculiar alcalde de San Sebastián, haciendo uso de su cargo, estaba dispuesto a anteponer sus intereses personales y políticos sobre el de los donostiarras para deshacer un gobierno en el que nunca se sintió cómodo. Lo tenía calculado. La expulsión del PP le sirve ahora (tan sólo un día después del Congreso Extraordinario del PSE) para presionar a la nueva cúpula socialista e introducir su estrategia política. Ésas son sus maneras.

Al margen de otras consideraciones, el pleno celebrado este lunes en el Ayuntamiento de San Sebastián pasará a conocerse como el de la ruptura del pacto municipal PSE-PP. Siendo esto de vital importancia, permítanme que dedique este espacio a otro aspecto indignante y clarificador. Elorza nos sorprendía invitando a dos concejales de Batasuna a formar parte de una nueva sociedad de vivienda. Les confieso que mi primera reacción fue de estupor. La segunda reacción fue preguntarme si Odón Elorza se había vuelto loco, si era la misma persona que años atrás se enfrentaba a los que quemaban autobuses en la Alameda donostiarra, o si simplemente está con el síndrome de Estocolmo. Quédense con lo que quieran, pero permítanme unas reflexiones.

¿Les extraña que el alcalde donostiarra permita el cartel a favor de los presos etarras en la fachada del Ayuntamiento de San Sebastián? ¿Les extraña que algunos, cada vez más, no podamos participar en la festividad de nuestro patrono, mientras otros —los de siempre— gritan “Gora ETA”? ¿Les extraña que las pancartas denominando asesinos a los empresarios, contra el trazado de alta velocidad, contra los toros, sea algo normal en la noche de la festividad de San Sebastián? ¿Les extraña, en fin, que se confunda tolerancia con permisividad hacia los etarras? Si esto sucede mientras Odón Elorza no hace nada por evitarlo ¿cómo va luego a exigir a los ciudadanos firmeza contra ETA y su mundo?, ¿con qué autoridad?

Una vez más tengo que afirmar que mientras unos pierden el norte y el centro, en definitiva, sus señas de identidad, queda un número muy importante de ciudadanos vascos que sí estamos dispuestos a llamar a las cosas por su nombre, que sí estamos dispuestos a trabajar por hacer de San Sebastián y del País Vasco un lugar de mujeres y hombres libres, que piensen lo que quieran, que pertenezcan al partido o sindicato que deseen, pero que sean por encima de todo mujeres y hombres dignos. Volviendo al asunto que nos ocupa, la representación de Batasuna en una sociedad municipal a petición del grupo socialista en el Ayuntamiento de San Sebastián, me induce a instar con firmeza tanto a Patxi López, nuevo Secretario General del PSE, como a José Luis Rodríguez Zapatero, Secretario General del PSOE, a que autoricen o desautoricen a Odón Elorza cuando intenta dar cancha a Batasuna. Esto es lo contrario a la normalidad que necesita el País Vasco.

Odón nos ha echado del Gobierno Municipal. Y está en su derecho. Créanme que nosotros estábamos dispuestos a seguir co-gobernado esta ciudad a pesar de nuestras diferencias por pura responsabilidad política. Es evidente que la capacidad negociadora es fundamental en quien tiene la responsabilidad de gobernar una ciudad, máxime cuando en ella forman parte dos partidos muy diferentes que tienen distintas formas de concebir la política pero que coinciden en una máxima fundamental: la responsabilidad de garantizar el bienestar social, la gestión de un gobierno serio y la estabilidad de la ciudad.

Odón Elorza demuestra con la decisión política de destituir a los concejales delegados del PP de sus funciones que no le importa el perjuicio que pueda ocasionar a los ciudadanos dejando encima de la mesa proyectos de envergadura en los que se lleva tiempo trabajando. Ése es el talante democrático de un alcalde que no está a la altura de la ciudad.

María San Gil es portavoz del PP en el Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián

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