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Mario Noya

Matar a Putin

En el Spectator británico, Nigel Jones se ha preguntado si no habrá en el Kremlin un asesino que liquide al criminal al que se anda comparando con Stalin.

En el Spectator británico, Nigel Jones se ha preguntado si no habrá en el Kremlin un asesino que liquide al criminal al que se anda comparando con Stalin.
EFE

("He conocido a gente que murió demasiado pronto, y me ha dolido. He conocido a gente que murió demasiado tarde, y me ha dolido mucho más". Golda Meir)

En el Spectator británico, Nigel Jones se ha preguntado si no habrá en el Kremlin un asesino que liquide al criminal al que se anda comparando con Stalin.

Como Iósif Stalin, Vladímir Putin es extremadamente desconfiado y vive "protegido 24/7 por uno de los aparatos de seguridad más poderosos del mundo, lo que le mantiene encerrado en una burbuja", refiere Jones, que advierte que precisamente esa estricta reclusión convierte a su entorno más inmediato en su principal amenaza. Y es que en tales circunstancias los fortines acaban con frecuencia convirtiéndose en habitaciones del pánico en las que la vida no se salva sino que se pierde. A manos de los que estaban ahí, en el sitio al que nadie más accedía, para proteger al intocable. Sin ir más lejos, le habría pasado al propio Stalin, afirma, más que aventura, Jones, que además de periodista es historiador.

La Historia está repleta de asesinatos llevados exitosamente a cabo por íntimos de gobernantes dictatoriales [...] En los estertores de su régimen de treinta años, Stalin, envejecido y enfermo, llegó a tal punto de psicosis que detuvo y torturó a sus propios médicos porque sospechaba que lo querían envenenar, y amenazaba la vida de sus compinches y colegas del Politburó. Hay considerable evidencia [sic] de que uno de ellos, el jefe de la policía secreta y los servicios de seguridad soviéticos, Lavrenti Beria, procedió despiadadamente a salvar el pellejo y envenenó de verdad a su jefe –de manera harto apropiada, con warfarina para ratas–, provocando así el infarto que puso fin a la espantosa vida de Stalin el 5 de marzo de 1953. El mismo Beria alardeó de su hazaña diciéndoles a sus camaradas: "¡Me lo cargué! ¡Os he salvado la vida!".

Stalin, Putin, las ratas. De nuevo Jones:

En una entrevista filmada, Putin le contó a un periodista que cuando era joven había aprendido una valiosa lección sobre el poder cuando arrinconó a una rata en el edificio de apartamentos donde vivía. En vez de someterse, la rata le saltó a la cara y le atacó.

"¿Ha llegado la hora de que las ratas del Kremlin aprendan la misma lección?", se pregunta Jones en el punto final de un artículo que abrió afirmando que, "así como la Segunda Guerra Mundial no se habría producido sin la demoníaca voluntad y determinación de Adolf Hitler", tampoco habría habido invasión de Ucrania, "la guerra de Putin", sin Vladímir el Liberticida. Pero no las tiene todas consigo Mr. Jones, porque a lo muy malo puede fatalmente sucederle lo aún peor. Lo saben de sobra en Rusia:

Quizá deberíamos ser cuidadosos con lo que deseamos. La intempestiva muerte de Lenin [consecuencia retardada del intento de magnicidio de que fue objeto en 1918 –en este punto vuelve a sorprendernos Mr. Jones–; a manos de una judía ucraniana, por cierto] despejó el camino para el ascenso al poder supremo del referente de Putin, Iósif Stalin.

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En el Spectator igualmente, Charles Lipson da cuenta de catorce lecciones que ha extraído de la guerra de Ucrania en un texto extraordinario que merece la pena archivarse como material de referencia. "La decisión de Vladímir Putin de invadir Ucrania parece ser el error estratégico más catastrófico desde el final de la Guerra Fría, y, de lejos el más peligroso", sentencia Lipson, que añade que con su fechoría descomunal el psicópata que viene del frío "ha transformado Europa por completo, tanto militar como diplomáticamente", resucitado a la OTAN y, quizá, cavado su propia tumba.

Para preservar su régimen y su vida, Putin necesita asegurarse de que su aparato de seguridad interna machacará a la oposición. Su catador de alimentos probablemente querrá que le paguen por adelantado antes de probar cada comida.

Matar a Putin, también aquí. También aquí, la formidable incertidumbre:

Al mundo debe preocuparle que Putin, arrinconado y sin nada que perder, tome como guía el relato bíblico de Sansón y muera matando, llevándose el planeta por delante.

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"El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha sobrevivido en la última semana a tres intentos de asesinato en Kiev" (LD, 04/03/2022).

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