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Mark Steyn

El proyecto escandinavo de Obama

El principal interés de Obama en el resto del mundo se limita a esperar que nadie lance bombas atómicas sobre Estados Unidos antes de que haya terminado de convertirla en un estado socialista dependiente de la ayuda exterior.

¿Qué tiene que hacer un loco nuclear para llamar la atención de Estados Unidos? El Día de los Caídos, los norcoreanos detonaron "un dispositivo atómico subterráneo varias veces más poderoso que las bombas que destruyeron Hiroshima y Nagasaki", en palabras de mis antiguos colegas del The Irish Times. Cabría esperar que algo así apareciera en un lugar algo más destacado que el apartado de noticias breves en la página 37. Pero en lugar de eso Washington estaba absorto en la nominación al Supremo de Sonia Sotomayor, que aparentemente tiene "una atractiva historia personal".

¿Acaso no tiene Kim Jong-il una atractiva historia personal? Al igual que Sonia, creció en un barrio pobre (Corea del Norte), pero ha logrado convertirse en potencia nuclear, superando las infinitas trabas sociales para ocupar su puesto en el distinguido club de las potencias nucleares. ¿Acaso no se trata de una historia inspiradora? Antaño tenías que ser una gran potencia, uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para ocupar un puesto en el club de los nucleares: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia, China, los antiguos hijos del poder y el privilegio. Pero ahora el vástago mentalmente inestable de un empobrecido rincón del Pacífico con un PIB inferior al de Zimbabue se ha unido a sus filas: ¡celebremos la diversidad!

Evidentemente, algunas historias personales son más atractivas que otras. En The Washington Post, Stephen Stromberg decía que la decisión de Kim de detonar una bomba atómica durante un puente de tres días prueba su incapacidad para entender la mecánica informativa. Otros distinguidos observadores dicen con cierta desgana que estas explosiones se han convertido a estas alturas en una tradición estadounidense. Empezó cuando Pyongyang puso en marcha sus primeras provocaciones el cuatro de julio de 2006. Estados Unidos, muy ocupado con los fuegos artificiales, apenas se dio cuenta. Sin duda habrá otra Hiroshima el Día del Trabajo o por Acción de Gracias. Vaya por Dios, ¿es que el paleto del palacio presidencial no lo entiende? No hay razón para lanzar bombas atómicas cuando todo el mundo está haciendo una barbacoa o viendo el fútbol.

Bueno, nunca se sabe: puede que los paletos seamos nosotros. Si usted es estadounidense, es natural asumir que el problema norcoreano tiene que ver con Corea del Norte, igual que la guerra de Irak tiene que ver con Irak. Pero no es así. Es cierto que para quien se está muriendo de hambre en Pyongyang, Corea del Norte tiene que ver con Corea del Norte. Pero para el resto del mundo, Corea del Norte y Afganistán e Irak e Irán están relacionados con Estados Unidos: con la voluntad americana, con la finalidad americana, con la credibilidad americana. El resto del mundo no celebra el Día de los Caídos. Pero entiende el crudo simbolismo de que una prueba nuclear realizada el día en que se honra a los norteamericanos muertos en combate sea recibida con una respuesta diplomática desganada y semiautomática por parte de Washington. Las acciones de Pyongyang fueron "un asunto de (¡redoble de tambores, por favor!) grave preocupación", según el presidente. Además, si Corea del Norte sigue por este camino –cuenten con ello– "no encontrará la aceptación internacional". En palabras del cómico Andy Borowitz, "el Presidente Obama dijo que Estados Unidos estaba dispuesto a responder a la amenaza 'con los adjetivos más contundentes'. Más tarde, el secretario de Defensa llamó a la prueba nuclear norcoreana 'altanera y aburrida'."

La línea general del presidente en la gran escena geopolítica es: esto es algo que no necesito en mi vida ahora mismo. Es un transformador a nivel nacional, que trabaja a marchas forzadas –a través de los bancos, la industria automovilística, la sanidad, etc.– por impulsar un férreo control del Estado sobre el dinamismo estadounidense. Su principal interés en el resto del mundo se limita a esperar que nadie lance bombas atómicas sobre Estados Unidos antes de que haya terminado de convertirla en un estado socialista dependiente de la ayuda exterior. No se trata simplemente de un asunto de prioridades. Un Gobierno estadounidense que pide prestados en la actualidad 50 centavos de cada dólar que gasta no se puede permitir su papel global, y por eso tiene cierta lógica que Obama haga recortes al sistema de defensa antimisiles y a otros programas militares: no se puede ser una Escandinavia gigante con un ejército del tamaño del estadounidense.

Ahí fuera, en cancillerías y palacios presidenciales, se está empezando a captar el mensaje. El régimen de Pyongyang no se está limitando a "provocar" a Estados Unidos, sino que está demostrando a sus clientes potenciales que puede hacerlo con impunidad. Una economía basada en el mercado negro y dependiente de las exportaciones de heroína, esclavas sexuales y copias de Viagra está intentando maximizar su modelo empresarial y convertirse en un supermercado nuclear. Entre los distinguidos invitados presentes a la prueba nuclear norcoreana de octubre de 2006 había representantes del gobierno iraní. El presidente George W. Bush fue muy ridiculizado por meter a las dos naciones en el mismo saco de su ya olvidado discurso del "eje del mal", pero el periódico suizo Neue Zuercher Zeitung informaba hace unas semanas que las instalaciones de obtención de plutonio de fabricación norcoreana (y destrucción israelí) ubicadas en Siria estaban pagadas por Teherán. ¿Qué otros satélites de Irán estarán recibiendo subsidios nucleares? Sería interesante saber quién estaba en el puesto de observación de la prueba nuclear del Día de los Caídos, pero Corea del Norte es una de las sociedades más cerradas sobre la faz de la Tierra, especialmente cuando se le compara con los rincones más vigilados de Oriente Medio. En otras palabras, es el socio perfecto que todo país querría tener para trabajar en ciertos proyectos que desee que escapen a la vigilancia occidental.

Es llamativo lo mucho que el mundo se ha hecho a la idea de que es inevitable que en cinco años Corea del Norte e Irán sean nucleares. Espere otro lustro. ¿De quién serán las ambiciones nucleares imparables para el año 2015? ¿De Sudán? ¿De Siria? ¿De los dominios feudales más selectos de Somalia?

Barack Obama llegó al poder prometiendo hablar con los enemigos de Estados Unidos donde fuera y cuando fuera. Lamentablemente para la diplomacia de teleprompter, no hay candidatos a posar para sus fotografías. En las aún más penosas altas esferas del Departamento de Estado se agarran al calvo ardiendo de que Estados Unidos apuesta por una era post-Kim. Al parecer ha sufrido un infarto y puede que se muera dentro de una década o de tres. ¿Y qué? Es una apuesta segura concluir que cualquiera que venza en la lucha de poder entre la familia, el partido y el ejército considerará la nuclearización como principal pilar del estado. Lo mismo cabía esperar de unas elecciones iraníes en las que tanto "extremistas" como "moderados" eran favorables a las bombas atómicas. ¿Quiere usted un moderado iraní? Ahí tiene a Hashemi Rafsanjani, el tipo moderado que perdió frente al demente Ahmadinejad la vez anterior: llama a Israel "la ocurrencia más repugnante de la historia" que el mundo musulmán debe "vomitar de su entorno" con "una única bomba atómica". Bombardear la Entidad Sionista es tan bipartidista como la maternidad y el pastel de manzana.

Más a mi favor, los débiles gemidos que salen del Departamento de Estado afirmando que podría producirse enseguida un cambio enfatizan el rasgo central de la situación actual: la ausencia de cualquier potencia estadounidense. Mientras Estados Unidos se reía de Corea del Norte, Irán la utilizaba como globo sonda, una guía útil para conocer las fronteras de beligerancia e impunidad en las cuales un estado criminal que se está nuclearizando puede operar. En lo que Caroline Glick llama "el mundo post-americano" en el Jerusalem Post, otros países seguirán ese modelo. Estamos construyendo un mundo en el que las naciones más ricas del planeta, desde Noruega a Nueva Zelanda, están totalmente indefensas mientras matones disfuncionales en bancarrota acumulan arsenales nucleares. Hasta con la inevitable y generosa sumisión al chantaje nuclear, ¿cuánto tiempo piensa usted que va a durar ese arreglo? En la formulación de Janet Napolitano, estamos al borde de "un desastre provocado por el hombre".

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