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Con todos los problemas que acumula el Perú, uno de los temas más frecuentes en los titulares durante un año y medio largo ha sido la paternidad de una niña, no reconocida por el presidente Alejandro Toledo. El pasado viernes 18 de octubre fue la fecha escogida por el mandatario para poner fin a la historia, admitiendo ser el padre de la niña, reconociéndola legalmente, acordando indemnización y reconciliación.

¿Por qué Toledo decidió tomar esa determinación? ¿Por presión?, ¿por exigencia? Sea como fuere, lo importante es que lo ha hecho. Guste o no, tenía que hacerlo, no como presidente sino como hombre responsable de sus actos. Es verdad que debió hacerlo hace mucho tiempo. Muchos presionaron para que lo hiciera antes de las elecciones de abril de 2001. No lo hizo y le acarreó muchas críticas. Una vez hecho, todo hacía prever que se iba a pasar página. Pero no. Siguen las críticas desde muchos sectores.

Gran parte de estas críticas vienen de un sector de la oposición, en especial desde la bancada aprista del Congreso. Criticaban a Toledo porque no reconocía a la niña. Y ahora lo critican porque la ha reconocido por razones políticas. ¿En qué quedamos? ¿Querían el reconocimiento de una vez por todas o no? Posiblemente se han dado cuenta de que ya no tendrán una fuente de presión. No sólo los apristas, sino aquellos que incluso se desmarcaron del equipo electoral de Perú Posible por dicha causa.

¿Qué tema buscarán ahora? ¿Seguirán algunos pidiendo la vacancia de la presidencia por razones morales? Los que piden esto último nunca se atrevieron a sugerir lo mismo cuando Fujimori pisoteaba los derechos de los peruanos. ¿Con qué cara pueden hacerlo ahora?

A finales del mes de septiembre, el APRA inició una campaña dentro del Congreso para conseguir la interpelación del ministro de Economía, Javier Silva Ruete, para que explicara el rumbo económico del país. No hubo petición oficial, pero fue el propio ministro quien hizo la presentación. Y dejó a todos con la boca cerrada, por la buena exposición y por algunas cifras que sorprendieron a más de uno.

Los resultados que presentó probaron que existen señales claras de reactivación económica. El crecimiento del PBI aumentó en un 3,8 por ciento en el mes de agosto, con un acumulado en los ocho primeros meses del año que llega al 4,1 por ciento, siendo este uno de los más altos que se han registrado en los últimos 20 años. Aunque les duela a muchos, resulta que la economía peruana es una de las más estables de la región. Mientras la devaluación entre enero y agosto ha sido en el Perú del 2,9 por ciento, esta ha llegado al 5,1 por ciento en México, 29,2 por ciento en Chile, 87,7 en Brasil, 111,8 en Venezuela y 275 en Argentina.

Finalmente, otro de los datos importantes para un país que busca cada día nuevos inversores extranjeros es el índice riesgo-país. El del Perú está en 854 puntos (dato del 15 de octubre) contra los 6510 de Argentina, 2176 de Brasil y 1980 de Ecuador. Vale decir además que en junio de este año la cifra estaba en 567 puntos pero las violentas manifestaciones de Arequipa en contra de la privatización de dos empresas hicieron que le índice se disparara. En cuanto a las reservas internacionales, éstas son las más altas desde hace mucho tiempo.

Estas cifras son buenas y nadie podrá decir lo contrario. Esto no significa que en el Perú todo vaya bien. Ni mucho menos. Los problemas siguen y la creación de empleo –uno de los principales reclamos– debe seguir adelante. Pero después de lo presentado por el ministro, muchos tendrán que buscar nuevas razones para atacar a Toledo. Y el tema de la niña se ha resuelto. ¿Cuál será el próximo paso de un sector de la oposición?

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