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Martín Krause

Entre don Corleone y el presidente suizo

Nunca fue tan incierto el resultado de una elección en la Argentina. No obstante, hay cosas que sabemos serán parte del desenlace de la contienda electoral: la opinión pública no ha indicado ningún consenso respecto al rumbo que debe seguir el próximo gobierno y tampoco sobre quién es el mejor candidato para guiarlo. Quien resulte electo no va a contar con amplio respaldo, aunque logre una mayoría de votos en la segunda vuelta. El ganador inevitablemente tendrá un Congreso hostil o indiferente, al menos hasta las elecciones legislativas de octubre. No contará con el apoyo de los gobernadores provinciales y se enfrentará a instituciones debilitadas y a distintos grupos que defienden a capa y espada sus privilegios.

Todo esto va a requerir habilidades muy especiales para quien se haga cargo del timón. ¿Qué habilidades? Veamos los distintos modelos de conducción política posibles y cuales se adaptan a la actualidad en la Argentina.

El modelo "mafia" se basa en la confianza de los allegados y familiares y, en última instancia, la violencia. Existen ciertos códigos que no están escritos, los que no descartan que alguien se caiga del balcón de un décimo piso o aparezca luego de varios días muerto en un alejado paraje. Ese modelo se financia paralelamente con negocios ilegales y ofrece protección a cambio de lealtad. La variante "KGB" se refiere a la utilización de información para conseguir la colaboración y apoyo que se necesita. Así se obtienen pruebas de que tal congresista o gobernador tiene una o un amante o números de cuentas de negociados que haya realizado y se logra su leal colaboración a cambio de no divulgar esa información.

El modelo "soborno" se trata del conocido método de comprar voluntades: un sobre con cierta cantidad y una transferencia a una cuenta en Suiza garantizan la colaboración de más de uno. El intercambio político es un caso similar al anterior, con transferencia de fondos, pero estas no van dirigidas directamente a la cuenta personal del sobornado sino que garantizan fondos para su gestión y, con ello, la seguridad de conseguir voluntades y apoyo entre sus electores.

La coalición política es la habilidad política tradicional, la de quien conoce los intereses de cada uno de los actores y busca la forma de captar el apoyo en base a ello, dando a entender a los demás cómo sus propios objetivos se verán alcanzados participando en la iniciativa que se plantea.

Directo a la gente es el método de quien busca alcanzar el apoyo apelando directamente a la opinión pública y a los votantes. No negocia el apoyo político con los representantes sino que plantea el tema a la población y busca que la presión de ésta fuerce el compromiso deseado.

La devolución del poder es la de aquel líder que ejerce el poder delegándolo. Así va generando aliados porque al descentralizar poder y recursos mantiene un liderazgo "moral" más que político. Ejerce el poder de la forma más "indirecta" posible, pero al mismo tiempo señala rumbos que luego resultarán muy difíciles de torcer.

El liderazgo visionario compartido es el que resulta, no de la destacada actuación de una persona, sino de un grupo de ellas. Suele pasar a la historia como "la generación de..." o "los padres fundadores".

Si bien todas estas son "formas" de ejercer liderazgo político, no están ajenas de los "contenidos" que cada política ofrece. No es que todas estas formas puedan ser aplicadas a todo tipo de políticas, ya que algunas son totalmente incompatibles. Y los argentinos sufren hoy las consecuencias de tal incompatibilidad, pues en la década de los años 90 hubo un intento de generar, al menos en el ámbito económico, ciertos marcos afines a una sociedad libre y abierta, pero acompañado de distintas combinaciones de los primeros métodos enumerados arriba, lo cual terminó ocasionando un daño catastrófico.

La enseñanza de la historia argentina reciente es que si los votantes quieren la instrumentación de ciertas y determinadas políticas deben exigir un liderazgo compatible con tales principios. La debacle institucional en la que la Argentina se encuentra hace necesario un período de reconstrucción que demanda de quien lo lidere una combinación de los cuatro últimos modelos mencionados, a la vez que un claro repudio de los cuatro primeros.

Martín Krause es profesor de Economía y corresponsal de la agencia © AIPE en Buenos Aires

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