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Martín Krause

Estado: ¿refundado o refundido?

Todo es tumultuoso en la Argentina, no hay tiempo para descansar, las noticias de ayer son viejas, superadas rápidamente por nuevos eventos.

Hace tan sólo dos semanas los argentinos veían por televisión el “reality-show” del casamiento del ex presidente Carlos Menem con la ex Miss Universo chilena Cecilia Bolocco. Hoy Menem está detenido.

Al día siguiente de esa detención el país tuvo una huelga general, la sexta contra el gobierno de Fernando de la Rúa.

Tanto tumulto habla de que algo anda mal en la Argentina, además de los problemas coyunturales que presenta la economía, los avatares jurídicos y las protestas regulares.

En la Argentina hay un serio problema relacionado con la calidad de sus instituciones. Tomemos, por ejemplo, la política en este país. Veremos más adelante otros indicadores, pero lo cierto es que si tomamos en cuenta a los últimos presidentes argentinos nos encontramos que el actual goza de la más baja reputación que pueda imaginarse, el anterior está detenido por “encabezar una asociación ilícita”, el anterior a éste tuvo que abandonar el gobierno antes de tiempo, impotente para hacer frente a la hiperinflación, y los anteriores a ese fueron dictadores militares que terminaron en la cárcel por abuso de los derechos humanos y luego fueron indultados.

La población ve todo esto con un alto sentido crítico. En una reciente encuesta realizada por la encuestadora Graciela Romer, se preguntó a los entrevistados acerca de su opinión respecto a distintas instituciones. El resultado vuelve a mostrar que en los últimos puestos de la lista están los políticos y los sindicalistas.

La credibilidad de los partidos políticos ronda el 9% de los encuestados, aunque increíblemente es una cifra superior al 6% que mostraran en 1998. El Congreso, destino natural de muchos de esos políticos, se encuentra apenas por encima de este nivel: su credibilidad es afirmada por el 12%, contra un 11% que contaba en 1998 y 13% en 1999. En cuanto a los gremios se refiere, su porcentaje es del 10%, contra el 9% de 1998.

El reciente arresto del ex presidente Menem puede que contribuya a mejorar la imagen de la justicia, la cual es creíble solamente para el 14% de la opinión pública, y esto si prueban un manejo impoluto del proceso y no vaivenes sujetos a las presiones políticas. En 1998, la credibilidad de la justicia era del 11% y en 1999 había trepado al 15%.

Curiosamente las Fuerzas Armadas gozan de más credibilidad que los políticos, creciendo del 23% en 1998 al 26% en el 2001, aunque la detención ahora de un ex Jefe del Ejército en el mismo proceso relacionado al tráfico de armas que puso a Menem en la cárcel, probablemente tenga también su impacto.

Las empresas, por otro lado, han mejorado bastante su imagen, subiendo del 13% al 23% entre 1998 y el presente año.

¿Y en qué instituciones creen los argentinos? El primer lugar va para la Iglesia, cuya credibilidad creció del 56% en 1998 al 63%. El segundo para la educación, con el 55%, y el tercero para los medios de comunicación que mejoraron del 45% al 48% en los últimos tres años.

Las instituciones políticas gozan de muy poco prestigio y esto puede observarse diariamente escuchando las opiniones que manifiestan en distintos programas radiales quienes llaman para expresar su desencanto. El mero hecho que se esté hablando de una “clase política”, sea acertado el concepto o no, muestra que la población considera a los políticos como un grupo que persigue sus propios intereses, y que éstos están alejados de los intereses de los votantes.

El deterioro es mucho, al punto que algunos se preguntan si no será necesaria una “refundación” del país y sus instituciones. Y puede ser... ya que si no refundado, probablemente termine “refundido”.

Martín Krause es corresponsal en Buenos Aires de la agencia de prensa © AIPE.

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