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Martín Krause

Impuestos que provocan el contrabando

“No existe tal cosa como un buen impuesto”, sabia frase de Winston Churchill que los argentinos habrán de recordar ahora, cada vez que utilicen sus cuentas bancarias. Sin embargo, sería apropiado combinar esa cita con otra de Benjamín Franklin, para quien “en este mundo no hay nada cierto, excepto la muerte y los impuestos”. En síntesis, son inevitables pero al mismo tiempo no pueden ser buenos porque a menudo resultan en distorsiones. Un buen ejemplo es el impuesto a los cigarrillos, el cual promueve el contrabando, la criminalidad, la evasión y la pérdida de puestos de trabajo formales.

Cuando los países se integran y remueven las barreras existentes entre sí, aumenta la competencia y la movilidad de los factores. Los recursos, sean capitales o personas, pueden entonces trasladarse con mayor facilidad de una jurisdicción a otra. Esto, por supuesto, no es el problema sino que es la razón positiva por la que los procesos de integración se llevan a cabo, para aprovechar los beneficios de esa mayor movilidad.

Pero un resultado tal vez no previsto, ni siquiera por quienes promueven la integración, los gobiernos y sus sistemas impositivos ahora compiten mucho más entre sí. Esto es también muy bueno para los ciudadanos de los países integrados porque de la misma forma en que obtenemos mejores automóviles gracias a la competencia entre quienes los producen, también tendremos mejores marcos institucionales, en la medida que estén sujetos a mayor competencia.

Claro, es necesario comprender cómo esa competencia se realiza y saber que es necesario contar con un marco regulador eficiente para enfrentarla. Algunos de los resultados obtenidos a partir de la creación del Mercosur muestran que este concepto no ha sido suficientemente esclarecido y sus consecuencias en el comercio de cigarrrillos han sido las siguientes:
- El norte argentino, curiosamente aquella zona donde el tabaco es producido, se ve al mismo tiempo invadido de cigarrillos de contrabando fabricados en Paraguay o procedentes de países no pertenecientes al Mercosur, los cuales al no pagar impuestos compiten ventajosamente con la producción local.
- Según el estudio “La Economía Oculta en la Argentina” (Buenos Aires: FIEL, 2000), teniendo en cuenta una población fumadora promedio de alrededor de un tercio de la población total y un consumo diario promedio entre 15 y 17 cigarrillos, el consumo se ubica entre 2.150 y 2.662 millones de paquetes anuales.
- Si las ventas legales en el mercado interno son de 1.960 millones de paquetes de 20 unidades, la diferencia está siendo cubierta por ventas ilegales, las que rondarían entre 7,7% y 33,4% del total de ventas legales y entre 7,2% y 25% del total del consumo estimado.
- En promedio, las ventas ilegales de cigarrillos representan el 15,6% del consumo total.

La causa de este fenómeno no resulta difícil de encontrar: los marcos institucionales y, en particular, los sistemas impositivos, se encuentran en competencia y resulta que los impuestos a los cigarrillos son del 66,5% en Brasil, 63,5% en Uruguay, 72,7% en Argentina y 14% en Paraguay. Como el trabajo antes citado correctamente destaca, la causa del fenómeno es que “la elevada tributación genera incentivos a realizar operaciones legales o ilegales para eludir esa presión impositiva”.

Nótese que repasando las tasas impositivas mencionadas bien podría pensarse en la solución rápida de “homogeneizar las asimetrías”, es decir, presionar a Paraguay para que se ponga a nivel de sus socios. Eso no haría desaparecer el problema, ya que el incentivo al contrabando se trasladaría a cigarrillos de otros países. Las industrias locales no estarían mejor y Paraguay tendría los mismos problemas que nosotros.

Un proceso de integración no trata de generalizar u “homogeneizar” problemas, sino más bien de extender soluciones. El origen de las actividades ilegales no es la diferencia de tasas impositivas, sino el altísimo nivel de las mismas. La “distorsión” la causa el impuesto. El sistema impositivo paraguayo compite exitosamente con el de sus socios del Mercosur porque distorsiona menos y eso es lo que deberían igualar los otros países.

Todo esto nos recuerda aquella vieja máxima de Austin O’Malley: “al cobrar impuestos, igual que al esquilar ovejas, es conveniente parar cuando se llega a la piel”. En el caso de los cigarrillos, hemos llegado al hueso.

© AIPE

Martín Krause es corresponsal en Buenos Aires de la agencia de prensa AIPE.

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