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Martín Krause

Indicios de recuperación

Todas las imágenes que se han visto en el exterior sobre la Argentina son ciertas y reflejan el drama de un estado en colapso: las protestas, el hambre, el crimen, la violencia social, la destrucción de patrimonios.

La clase política argentina ha logrado alcanzar el máximo de ineficiencia: hay niños que se mueren de hambre en un país que produce alimentos suficientes para alimentar a más de 200 millones de personas. La causa de esa pobreza, entonces, poco tiene que ver con los recursos con que el país cuenta y con la capacidad de sus habitantes para producir. Es el resultado de políticas erróneas permitidas bajo un marco institucional que no pone límites al poder y al aventurerismo de los funcionarios públicos, por lo que ese poder descontrolado terminó inevitablemente en el desastre.

Pero en el medio de toda esa tormenta, el impulso por sobrevivir y disfrutar la vida subsiste y es cada día más fuerte. Si nos quedamos solamente con las imágenes de televisión, la vida sería algo intolerable para los argentinos. Sin duda lo es para muchos, pero otras cosas también suceden:

• Los argentinos lentamente se recuperan del golpe recibido y vuelven a producir. Poco a poco, es necesario comenzar a recuperar el capital perdido, es necesario volver a acumular, a generar riqueza. Esto no demanda mucho, simplemente que el gobierno deje de impedirlo y parece que en estos últimos meses ha agotado su capacidad de destrucción. No existen mayores expectativas sobre el futuro, ni seguridad sobre la estabilidad política y jurídica, pero hay que volver a hacer algo y es así como se observa mayor actividad y nuevas iniciativas en aquellas áreas en las que el país tiene ahora claras ventajas competitivas: desde la producción de carnes y vinos a la impresión de libros o la producción de avisos publicitarios.

• La solidaridad florece, todo aquel que está en condiciones de dar y de ayudar parece que lo está haciendo. Los argentinos han comprendido que no pueden esperar que el estado resuelva los graves problemas de los necesitados y han puesto manos a la obra para ayudarlos. Cientos de ONG canalizan esa ayuda y colaboración voluntaria de todo aquel que tiene algo de tiempo o algo de dinero para ayudar a los demás.

• Probablemente las familias estén más fuertes que nunca y se han vuelto la institución social más valorada por los argentinos. Los parientes se ayudan, todos tienen a alguien cercano tocado por la crisis.

• Estamos todos de malas, pero la cultura no se olvida: en cualquier semana del año debe haber en Buenos Aires unas 60 obras de teatro y demás espectáculos de todo tipo. El tango florece, las entradas en los cines aumentan respecto al año anterior. Será que necesitamos fantasías ante esta dura realidad.

• También florece el deporte. Salvo la actuación en el Mundial de fútbol, se alcanzan actuaciones nunca logradas en básquetbol, rugby, hockey, voleibol y natación. La primavera de Buenos Aires ofrece el Campeonato Abierto de Polo, un torneo que es la NBA del deporte pues se sabe que quien lo gane no tiene rival en el mundo.

Tal vez todo esto hace más incomprensible aún la catástrofe argentina.

Martín Krause es profesor de Economía y corresponsal de la agencia AIPE en Buenos Aires

© AIPE

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