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Martín Krause

La politización del medio ambiente

La tecnología que se estaría instalando es la misma que Greenpeace acepta en Europa. No obstante, los que protestan quieren nuevos estudios y no van a parar de exigirlos hasta que logren uno que les dé la razón.

La preocupación por un medio ambiente sano es un fenómeno moderno que ha calado hondo en la gente. Es por esa razón que la política ha encontrado aquí un campo fértil para desatar pasiones y controversias de las que se pueda obtener algún rédito.

Poco antes de las elecciones legislativas y locales en la Argentina, en octubre de 2005, el intendente de la ciudad de Gualeguaychú, sobre el río Uruguay que establece el límite con ese país, encontró un tema que podía aportarle votos: denunciar la instalación de dos plantas de fabricación de papel en la otra orilla del río.

Denunció que esas plantas contaminarían al río común a ambos países y el olor inundaría la ciudad, deteriorando la calidad de vida y destruyendo las actividades turísticas. Para ganar una elección era buena maniobra, ya que sobre el pueblo de Gualeguaychú se cernían todos los costos sin ninguno de los beneficios (empleos, mayor actividad económica, etc.). Y cuando los políticos encuentran temas como éstos no tardan mucho en sumarse; al poco tiempo también protestaba el gobernador de la provincia y más tarde el gobierno nacional.

Es así como un tema planteado para alimentar una campaña electoral empezó a crecer hasta que se fue de las manos de los mismos políticos que lo habían lanzado. Vecinos enfurecidos comenzaron a impedir el paso por los puentes que unen a los países, por los que no solamente pasa un gran volumen de tráfico comercial sino también de turistas argentinos que visitan las playas uruguayas en esta época del año.

El enfrentamiento fue alcanzando tal magnitud que ha deteriorado las relaciones entre los dos países e incluso el futuro del Mercosur. El gobierno argentino ha desestimado esa instancia como foro para considerar algún acuerdo y se dirige hacia la Corte Internacional de La Haya. Los vecinos continúan impidiendo la circulación por los puentes y el gobierno argentino no hace nada para detenerlos, aunque no solamente perjudican a comerciantes uruguayos sino a los mismos argentinos que quieren transitar de un lado al otro.

Como en todo problema ambiental, no tardan en aparecer quienes alimentan aún más el fuego con visiones apocalípticas. Los miembros locales de Greenpeace encontraron un tema que los moviliza como ningún otro y están a la cabeza de las protestas. Un profesor de la Universidad de Buenos Aires sostiene que con la instalación de las fábricas de papel “habrá un incremento de cáncer, de enfermedades respiratorias, asma, malformaciones genéticas y contaminación de la carne vacuna y de la fauna”. Parece una película de Hollywood.

Sin embargo, las plantas que se van a instalar en Uruguay son de origen finlandés, país donde cumplen las más estrictas normas ambientales. Los estudios encargados por ese país muestran que incorporarían la “mejor tecnología disponible” incluyendo el método de “blanqueo libre de cloro elemental”, cumpliendo con las normas de la Comunidad Europea, y que las simulaciones realizadas muestran que las emisiones de efluentes químicos han resultado “indetectables” en las dos costas del río. Incluso parece que la tecnología que se estaría instalando es la misma que Greenpeace acepta en Europa.

No obstante, los que protestan quieren nuevos estudios y no van a parar de exigirlos hasta que logren uno que les dé la razón.

Mientras tanto se hunde en el río un principio básico para la solución de problemas ambientales que daría la posibilidad de resolverlos: la estricta responsabilidad contra el daño. Las fábricas de papel tienen que comprometerse formalmente a que no van a ocasionar ningún daño, como los informes plantean y estarían dispuestos a hacer, y el más mínimo daño que cualquiera pueda comprobar deberá ser eliminado y compensado. Es lo que sucedería en nuestras propiedades si nos contaminara algún vecino.

Los problemas ambientales de más difícil solución son aquellos en los cuales resulta difícil o imposible delimitar la responsabilidad; por ejemplo, el escape de cuál auto dañó mi pulmón. Pero no es éste el caso. Lo más difícil ahora será apartar los intereses políticos del tema. Por el actual camino no hay solución, ni retorno.

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