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Michelle Malkin

La nueva fábula de la hormiga y la cigarra

Nuestra pequeña hormiga escuchó un golpe en su puerta: era su vecina la cigarra. Con el candidato presidencial Barack Cicada, la cigarra había sido contratada como recaudador de impuestos. "He venido para llevarme tus ahorros", le dijo.

Tras la aprobación del plan de rescate de la banca, Washington ha invertido las enseñanzas de la famosa fábula de Esopo acerca de la prudencia y el trabajo duro. Parece ser, por tanto, el momento adecuado para editar una versión actualizada a 2008 de "La fábula de la cigarra y la hormiga".

En un prado de un caluroso día de verano, una cigarra estaba cantando y pasando su tiempo de manera ociosa. Contemplaba entre burlas cómo una hormiga cercana luchaba por apilar grandes cantidades de comida y construía un nido seguro. La hormiga hacía horas extra para pagar sus deudas y ahorrar para jubilarse en el futuro.

"No te molestes", decía la cigarra. "¿Para qué molestarse ahorrando y trabajando como una esclava? ¡Vámonos de fiesta!". Pero la hormiga no lo veía claro: "Estoy preparándome para el invierno y tú deberías hacer lo mismo". La cigarra se burló de la hormiga, dilapidó sus ahorros durante el resto de la estación y pagó sus vacaciones endeudándose con cargo a la apreciación de su casa en el mercado en lugar de buscando otro puesto de trabajo.

Cuando llegó el invierno, la despensa de la cigarra estaba vacía como consecuencia de su prodigalidad. La hormiga, cansada de plantar, cultivar y hacer acopio de comida durante meses, cenaba cómodamente en su nido.

Congelada, hambrienta, sin empleo, enfrentándose a la ejecución hipotecaria y habiendo empeñado hasta sus dos riñones, la cigarra fue arrastrándose hasta la "Asociación de Comunidades de Insectos Alados a favor de un plan de rescate" e interpuso un recurso. La oficina estaba llena de miles como ella. La Asociación contrató inmediatamente a la cigarra para que registrara como votantes nuevos a las hormigas fallecidas.

Financiada con los impuestos del resto de los residentes del prado, la Asociación organizó protestas masivas en el Banco de Hormigamérica, sitió a sus principales directivos en sus residencias privadas, humilló a sus hijos y exigió que los políticos del prado detuvieran todas las ejecuciones hipotecarias ("¡Las cigarras deben seguir siendo propietarias de sus casas!") y detuvieran las prácticas de crédito discriminatorias contra las cigarras sin techo hambrientas ("¡Los refugios dignos son un derecho básico de los insectos!")

La industria bancaria se rindió; el lobby de los ortópteros se aseguró cientos de millones de dólares en subvenciones económicas a la vivienda para apoyar a las cigarras con los peores historiales de crédito y empleo. Antie Mae, el gigante hipotecario afianzado con dinero público, favoreció la propiedad sobre la vivienda de los insectos en nombre de la biodiversidad y sus ejecutivos falsificaron los libros de contabilidad y huyeron. Katie Cricket y los medios de referencia del prado se unieron al circo, presentando historias lacrimógenas de cigarras supuestamente solventes.

Los bancos se ahogaron en deuda tóxica. Más cigarras se retrasaron con el pago de sus deudas. La rescate-manía y el pánico se apoderaron del prado. Nuestra pequeña hormiga, inmersa en sus problemas, escuchó un golpe en su puerta de madrugada un año después. Era su antigua vecina, la cigarra. Con el candidato presidencial de la "Asociación de Comunidades de Insectos Alados a favor de un plan de rescate", Barack Cicada, que ya estana dirigiendo el Gobierno del prado, la cigarra había sido contratada como recaudador de impuestos.

"He venido para llevarme tus ahorros", anunció la cigarra.

Pero fue la hormiga la que se rió en último lugar. "He aprendido la lección antes de que llegaras", decía a su perezosa amiga. "¿Para qué molestarse ahorrando y trabajando como una? Ya he gastado todos mis ahorros y e estoy retrasando con el pago de mis letras. Ahorrar es para idiotas", dijo la hormiga mientras se metía adentro, dejando la cigarra con las manos vacías.

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