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Miguel del Pino

Comienza la guerra del oso

Los conflictos entre hombres y depredadores que compiten por el ganado suelen terminar con la muerte de los ejemplares que no respetan los límites.

Los conflictos entre hombres y depredadores que compiten por el ganado suelen terminar con la muerte de los ejemplares que no respetan los límites.
Oso pardo. | Archivo

La reintroducción del oso pardo (Ursus arctos) en el Pirineo español se encuentra con dificultades inesperadas: dos osos, Goiat y Cachou que ya parecían estabilizados después de haber llegado al Valle formando parte del Proyecto de introducción de la especie en la zona pirenaica, parece que se han acostumbrado a atacar al ganado doméstico, de manera que queda abierta la "guerra del oso".

Normalmente este tipo de situaciones conflictivas entre el hombre y los depredadores que compiten por el ganado suelen terminar con la muerte de los ejemplares que no respetan los límites teóricos, pero en este caso parece que los ganaderos se conforman con la "extradición" de los dos ejemplares transgresores, todo un ejemplo de tolerancia y de respeto por el entorno en que viven y al que demuestran querer y valorar.

Los osos pardos se reintrodujeron en el Pirineo catalán en 1996, seguramente como consecuencia del éxito que la Fundación oso pardo, el FAPAS, y otros entusiastas naturalistas, habían obtenido al concienciar a los paisanos de las localidades asturianas que conviven desde tiempos ancestrales con los osos autóctonos.

Ezequiel Martínez, el prestigioso naturalista español que lleva diez años recorriendo los concejos asturianos donde siempre ha habido osos, acaba de publicar un precioso libro que ha titulado "Viviendo con osos". Los habitantes de la zona, ya casi todos ancianos por la despoblación del territorio, conocen bien a la especie y han sabido soportar su presión sin acabar con ellos. Agotada en pocas semanas su primera edición Ezequiel anuncia la segunda, que patrocina "Parques Nacionales". Felicidades.

Que nadie se escandalice cuando Ezequiel nos cuenta que hace casi un siglo el oso, en tiempos de hambre, era pieza de caza con cuya carne se hacían embutidos para ayudar a pasar los fríos inviernos con sus calorías: hoy sería un crimen ecológico matar un oso autóctono, en aquellos tiempos era una forma de supervivencia.

También nos cuenta Ezequiel la ternura con que los paisanos trataban de sacar adelante con leche de sus vacas a los oseznos que encontraban abandonados en el bosque; hoy el problema no es el oso, sino precisamente la extinción de la población rural de aquellas preciosas tierras y de los oficios que se extinguirán con ellos, como la fabricación de madreñas o la forja artesanal. No hay relevo.

Para evitar la desaparición de los osas asturianos que amenazaba a la especie en la segunda mitad del siglo XX, los naturalistas agrupados en el FAPAS (Fondo Asturiano para la Protección de los Animales Silvestres), capitaneados por nombres tan prestigiosos como los de Roberto Hartasánchez o Guillermo Palomero, recurrieron a soluciones como plantar frutales y colmenas para el oso de manera que éste no tuviera que bajar a comer en las zonas urbanizadas, o que dañara los cultivos: se trató en su tiempo de una sucesión de medidas tan inteligentes como eficaces.

La introducción de nuevos ejemplares procedentes de otras poblaciones de osos pardos no autóctonas, sino procedentes de Europa Central, presenta mayores dificultades, quizá porque es imposible garantizar que sus condiciones genéticas de cara a la sociabilidad sean tan favorables como las de los ejemplares asturianos.

Desde que comenzó la introducción de osos en la vertiente española de los Pirineos se han liberado 11 ejemplares y solamente los dos machos acusados de reiterados ataques al ganado suponen un problema real. Los ganaderos van tomando medidas, como las cercas electrificadas para que el ganado se refugie por las noches o el empleo de perros de pastor, pero son los animales solitarios, como el ganado caballar y sobre todo los potrillos, los más perjudicados por la predación.

La importancia del proyecto, financiado con fondos del programa Piros LIFE ha hecho que las autoridades sean hasta el momento muy prudentes y hayan intentado reeducar a los osos que causan los ataques, empleando métodos disuasorios, como los estampidos y las balas de goma para alejar a los osos depredadores del ganado doméstico, pero parece que al menos uno de los dos ejemplares peligrosos, concretamente Cachou, sigue con su implacable persecución, especialmente a los equinos.

Nadie habla de matar a los osos superpredadores, pero está claro que sólo puede haber osos cerca de los humanos si no son un peligro para la ganadería y la apicultura, y no parece ser éste el caso.

De manera que la "extradición" de estos dos osos insociables parece un objetivo inminente.

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