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Miguel del Pino

Contra la COVID ¿vacuna o combinación de fármacos?

Soy consciente de que planteo una obviedad, ya que la única posible respuesta es: ambas cosas.

Maticemos pues que se trata de definir las esperanzas a corto plazo que una u otra opción pueden ofrecernos.

La maquinaria de propaganda del gobierno apuesta firmemente por la inmediatez de unas vacunas que nos conducirán en pocos meses a la famosa nueva normalidad, hasta un detallado calendario ha expuesto en sus televisiones el presidente, dividiendo a la población en grupos, subgrupos y grupúsculos: una perfecta operación de propaganda para la venta de la piel de un oso que todavía no ha sido cazado.

Hay que reconocer la eficacia de los mecanismos presidenciales de divulgación televisiva; en el caso que nos ocupa el anuncio, a bombo y platillo, de la inminencia de la vacunación supuestamente salvadora, está consiguiendo dejar en segundo plano uno de los más sectarios ataques a la libertad y a las libertades que hemos conocido en la democracia, nos referimos a la Ley Celaá, la octava ley de educación, nada menos que ocho llevamos sucesivamente para vergüenza de nuestra democracia.

Sin olvidar la necesidad de seguir rebatiendo los horrores que amenazan nuestro sistema de enseñanza, vamos a abordar hoy la cuestión de la vacunación, que pronto puede llegar, y de la realidad de la lucha contra la pandemia.

Precedentes y enseñanzas

No es esta la primera pandemia vírica que la humanidad ha sufrido en las últimas décadas, aunque sí una de las más graves, pero no olvidemos los varios coronavirus de las primeras décadas del siglo y otros que, por numerosos, pasan muchas veces desapercibidos, como los que causan la multitud de resfriados que todos los años nos afectan en los cambios estacionales, principalmente al llegar el invierno, y que también son coronavirus en la mayor parte de los casos.

Tampoco debemos olvidar el virus de la inmunodeficiencia adquirida humana (VIH), conocido también como sida. ¿No merece reflexión el hecho de que todavía no hayamos conseguido una vacuna contra esta pandemia?

Cuando comenzó la pandemia de COVID, el virus del sida aparecido en los años ochenta había causado la muerte de millones de personas en el mundo, lo que le convertía en uno de los peores azotes sufridos por la humanidad en toda nuestra historia; el virus sigue circulando activo y el número de seres humanos a los que ha afectado puede calcularse en 76 millones de personas, cifra a la que cada año se suma más de 1,7 millones.

Sin embargo, siendo estas cifras escalofriantes, la gran noticia es que de los casi 38 millones de portadores actuales, 23 reciben tratamiento crónico que les permite albergar la esperanza de que no morirán por ello: un gran triunfo de la medicina a pesar de que no haya sido posible conseguir una vacuna, fundamentalmente por la gran capacidad de evolución continua del virus, que parece gozar de un poder diabólico para camuflarse.

Uno de los mayores expertos actuales en la lucha contra la pandemia COVID, el profesor William A. Haseltine, de la escuela de Medicina de Harward, muestra grandes esperanzas en que todo lo que hemos aprendido en los últimos veinte años al luchar contra en Sida y los coronavirus pueda emplearse para ganar la batalla que estamos librando contra la actual pandemia. Según el ilustre científico “Para tratar la COVID-19 o SARS-COV-2, igual que contra el sida y el cáncer se precisará una combinación de varios medicamentos.”

No quiere decirse que la vacuna, o mejor dicho las vacunas, no sea una esperanza fundada. La naturaleza de los coronavirus parece hacerlos más susceptibles de ser controlados de esta forma, pero no va a tratarse de una panacea ni de la solución definitiva.

Es cierto que mediante la vacunación hemos conseguido controlar muchas enfermedades víricas, y también que en un solo caso se ha logrado la extinción de una especie, el de la viruela, pero de todas formas no todos los virus funcionan igual ni es igual su receptividad a los ataques de la Medicina.

Siguiendo los razonamientos del profesor Haseltine, ciertos virus como el de la Poliomielitis desencadenan un ataque fulminante o “relámpago” durante el cual producen la muerte o causan diferentes daños; pero cuando de manera natural o por vacunación el organismo consigue vencerlos, logra la inmunidad permanente ante posteriores agresiones.

Otro tipo de virus “viene para quedarse”, como dice el propio profesor; así actúa el del sida, que se toma el tiempo necesario para ir destruyendo los sistemas de defensa del organismo, que consisten fundamentalmente en los linfocitos T y los anticuerpos. Algunos de estos virus, como el del sida, no han podido ser controlados por terapia de vacunación.

¿Cómo funciona el SARS-COV-2?... todavía no lo sabemos; seguramente participa de características agresivas mixtas entre los dos tipos anteriores. Tenemos mucho que aprender en éste y otros muchos aspectos de la biología del nuevo virus.

La comparación con otros coronavirus, como los de los resfriados anuales, permite suponer que las vacunas generen inmunidad temporal, de manera que no parece temerario suponer que, al menos durante varios años, habrá campañas anuales de vacunación contra la COVID y que los laboratorios tendrán que seguir trabajando para producir cada temporada variantes de la vacuna que se vayan adaptando a los cambios. Nada nuevo, ya que así combatimos la gripe estacional.

La necesidad de constante financiación y de mantener programas estables de investigación contra los virus, conocidos y por conocer, se deduce de lo anterior. No basta con conseguir vacunas ya que debemos estar preparados para batir todas las marcas de rapidez si de pronto aparecen nuevos virus tan peligrosos como el que ahora nos afecta.

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