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Miguel del Pino

Fauna mortal en España

La anafilaxia hace que no podamos calificar de inofensivo para el hombre a cualquier animal, terreste o marino que posea sustancias ponzoñosas.

La anafilaxia hace que no podamos calificar de inofensivo para el hombre a cualquier animal, terreste o marino que posea sustancias ponzoñosas.

Si ve a un fornido ciudadano corriendo despavorido ante una amenazadora avispa no se ría ni piense que se encuentra con un pusilánime. Seguramente se tratará de una persona alérgica a la picadura que ya habrá sufrido un ataque anterior y que sabe que un nuevo contacto con el veneno podría resultarle mortal.

El choque anafiláctico

Numerosos casos de reacción ante un veneno o una toxina se producen de esta doble forma. Un primer contacto desencadena una reacción más o menos grave, pero no mortal, que deja a la víctima sensibilizada ante un nuevo accidente, éste casi siempre letal.

La anafilaxia, que es el término médico con que se conoce este fenómeno, hace que no podamos calificar de inofensivo para el hombre a cualquier animal, terreste o marino que posea sustancias ponzoñosas. Para la mayor parte de la población la inoculación del veneno sólo acarreará leves molestias, pero para las personas especialmente sensibles el peligro permanece latente.

Ante este fenómeno de la anafilaxia hay que estar atentos a cualquier reacción desmesurada a una picadura y debemos acudir al médico o a la farmacia del pueblo más próximo, ya que estos accidentes son más frecuentes cuando tomamos contacto con la naturaleza.

Como comentamos en un artículo anterior, los pequeños animales ponzoñosos suelen advertir de su peligro por medio de libreas con colores llamativos, siendo especialmente frecuentes las combinaciones rojo-negro y amarillo-negro. Es frecuente que animalillos completamente inofensivos adopten también estas coloraciones para beneficiarse del miedo que suelen infundir las especies a las que imitan. Los científicos llaman "mimetismo" a este fenómeno tan curioso.

Las serpientes ibéricas

Trate de mantener la calma ante el encuentro con una serpiente durante un paseo por la naturaleza ibérica. Si ésta es muy grande, casi un metro o algo más,se tratará de una de nuestras culebras Malpolon o Elaphe, ambas prácticamente inofensivas. La segunda, de color pardo brillante con dos listas negras paralelas al espinazo, refuerza este diseño en su fase juvenil con listas transversales que justifican su nombre de "culebra de escalera". Es muy agresiva, pero no debe temer de su mordedura más que un doloroso pinchazo múltiple.

Malpolon, o "culebra bastarda", es la mayor de nuestras serpientes ibéricas, pero su mordedura resulta también inofensiva para el hombre. Tiene veneno, sin embargo sus glándulas están conectadas con los dientes posteriores, de manera que inocula la ponzoña al tragar su presa. Esta estructura dentaria se llama opistoglifa, es decir ganchos (glifos) posteriores (opistos). Un ratón es intoxicado mientras es deglutido, una mordedura con los dientes delanteros no es peligrosa.

Pero pasemos a las víboras. En la fauna española hay varias especies y estas sí son venenosas y "proteroglifas", lo que significa que las glándulas ponzoñosas están conectadas con los dientes delanteros, por lo que inoculan el tóxico con una simple mordedura.

El nombre de víbora viene de vipera, aludiendo a que dan a luz crías vivas. Verdaderamente no se trata de un verdadero viviparismo. Simplemente la hembra incuba los huevos en el interior de su cuerpo en una "cámara incubadora". Allí eclosionan y posteriormente nacen vivas, lo que resulta mucho más seguro que la puesta de huevos. "Pseudoviviparismo" se denomina este fenómeno.

La Vípera aspis, propia de las zonas húmedas de la cornisa cantábrica y nordeste de España es una de las especies peligrosas de nuestra fauna, y no responde a reglas demasiado fijas a la hora de identificarla en un encuentro campeste. Suele tener el hocico ligeramente levantado y un característico dibujo en zig-zag a lo largo del espinazo, pero hay ejemplares muy oscuros, casi negros y otros con el hocico apenas remangado.

Vipera seoanei y Vipera latastei son otras especies de nuestra fauna. La última con distribución más meridional. Todas las víboras españolas son venenosas y peligrosas para el hombre.

A la hora de distinguir a simple vista una víbora de una culebra inofensiva se suele recurrir a la forma vertical de la pupila viperina y al famoso dibujo zigzagueante pero ¿hay quien esté dispuesto a pararse lo suficiente para fijarse en estos detalles?

Por si fuera poco, el mimetismo acude de nuevo para complicarnos la vida. Las inofensivas culebrillas semiacuáticas del género Natrix imitan casi a la perfección el diseño de las víboras, lo que les adjudica la calificación de "culebras viperinas". Su pupila es circular en lugar de vertical, pero insistimos: no se pare a comprobarlo.

Ante una mordedura de víbora

Lo último que debe hacer es perder la calma. Aunque se haya producido la inoculación del veneno hay tiempo suficiente, desde luego varias horas, para acudir a un centro hospitalario donde dispondrán del correspondiente antídoto. No caiga en errores como tratar de sajar la herida ni mucho menos chupar el veneno. Es cierto que éste no actúa por vía digestiva, pero puede ser absorbido, de forma muy grave, a través de pequeñas heridas de la mucosa bucal. Beber alcohol es también un error ampliamente extendido.

Un torniquete no demasiado apretado, lavar bien la herida y dirigirse con tranquilidad al hospital son las únicas medidas realmente efectivas. Si el accidente ha ocurrido a un compañero de excursión, debemos tranquilizarle e informarle del amplio período de tiempo de que disponemos para atajar la intoxicación.

Saber andar por el campo

Proteger los pies y tobillos con botas adecuadas para circular por terrenos donde se supone que pueden ser frecuentes las víboras es una medida recomendable. El calzado que protege los tobillos es también eficaz contra los escorpiones, capaces también de proporcionarnos un disgusto.

Escorpiones y arañas son otras ponzoñosas criaturas presentes en nuestra fauna. El escorpión, nombre de etimología clásica conocido también en España por su sinónimo alacrán de origen árabe, puede producir graves intoxicaciones. Pasa el día bajo las piedras y efectúa correrías nocturnas, por lo que puede ser visitante indeseable de las tiendas de campaña.

La mayor parte de las arañas de la fauna española no son peligrosas para nuestra epecie aunque causen picaduras incómodas. Realmente el miedo que suelen despertar en los humanos está muy justificado en latitudes tropicales. En nuestro mundo mediterráneo no suelen pasar de la condición de molestas.

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