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Miguel del Pino

Galgos, amistad traicionada

No es justo generalizar, ya que la inmensa mayoría de los galgueros figura entre los propietarios que mejor cuidan a sus perros.

No es justo generalizar, ya que la inmensa mayoría de los galgueros figura entre los propietarios que mejor cuidan a sus perros.

Las denuncias siguen saltando a los medios de comunicación y ciertas fotografías espeluznantes dan testimonio de unos hechos realmente vergonzosos. Algunos cazadores castellanos ahorcan a los galgos que no han resultado especialmente aptos para la caza.

Los grandes perjudicados son los verdaderos galgueros, que son la inmensa mayoría. Estos amantes de la caza con galgos en campo abierto los cuidan con verdadero mimo, se intercambian cachorros y aman a sus animales. Por unos pocos pecadores peligra la imagen de numerosos justos.

El galgo español: un velocista nato

El galgo o lebrel español es un perro especializado en la captura de presas por velocidad punta. Forma parte de un grupo de razas llamado Graioide, que comprende otras razas genuinamente españolas, como el podenco ibérico y el podenco ibicenco. También pertenecen al grupo graioide otras razas, estas no ibéricas, como el galgo afgano, el barzoi o galgo ruso y el galgo inglés de canódromo, entre otras.

Resulta espectacular ver el trabajo de los galgos en campo abierto, no sólo por la velocidad que llegan a alcanzar, sino también por su agilidad y sus grandes facultades para el recorte y el atajo cuando se enfrenta a su presa ancestral, la liebre, para cuya captura ha sido diseñado.

El galgo español es algo más pequeño que el inglés, pero no le va a la zaga en cuanto a especialización para la carrera se refiere: longilíneo, de patas largas y finas, cabeza estrecha y hocico afilado. En su diseño todo está encaminado a conseguir la velocidad. Las capas son variadas: barquillo, negro, blanco, pío, verdugo, etcétera.

La zona de Guadalajara alberga un gran número de galgueros. Para ellos el objetivo no es sólo la caza en sentido estricto, sino también el componente deportivo que encierra el trabajo de los galgos a campo abierto. Excelentes aficionados en su mayoría y por tanto especialmente indignados con lo que algunos desaprensivos hacen en otros lugares con sus galgos cuando su labor no les satisface.

Un macabro espectáculo

No es sencillo creer que puedan existir personas capaces de ahorcar a alguno de sus perros cuando no es lo suficientemente bueno para la caza, pero son hechos probados que han tenido lugar con reincidencia en Castilla y León. Las Sociedades Protectoras dan también testimonio de algunos galgos que han sobrevivido, resultando con graves lesiones en el cuello. Mucho más de lo que la sensibilidad de una persona normal puede soportar sin sentirse horrorizada.

Está claro que nos encontramos ante un verdadero delito, contemplado en nuestro Código Penal como maltrato animal, sin duda con todos los agravantes, pero no es tan sencillo probar quien es el autor de la atrocidad y hacer caer sobre él el peso de la Ley. Sabemos de los esfuerzos del Seprona, de las Protectoras de animales y de los buenos cazadores. Entre todos es necesario que erradiquemos estas prácticas de conducta.

Salvando a los condenados

Queremos pensar que en las últimas temporadas de caza el ahorcamiento de galgos va disminuyendo, pero hace unos años la alarma llegó a tal extremo que se constituyeron asociaciones especializadas en la recogida de galgos desechados para evitar su terrible final. Una de ellas, llamada PROA, llegó a establecer una ruta regular hacia Alemania de camiones con galgos rescatados, que eran allí acogidos como excelentes animales de compañía.

La Asociación Galgos y más ha sido otra de las implicadas en la recogida y salvamento de galgos desechados o en riesgo de abandono o sacrificio; por su parte El refugio, bajo la mediática dirección de Nacho Paunero, no sólo ha salvado infinidad de galgos, sino que ha sabido divulgar las tristes historias que muchos han vivido, conmoviendo conciencias y propiciando las adopciones.

Porque es cierto que un galgo corre mucho, pero no por ello tiene que pasarse la vida corriendo. Reconvertidos en perros de compañía son excelentes compañeros de juegos: dóciles, sensibles y muy cariñosos con sus amos adoptivos. Con tres paseos diarios, como cualquier otro can doméstico, tiene suficiente gimnasia funcional para mantenerse en forma.

Si podemos facilitarle algún rato de esparcimiento mayor, como correr tras una pelota en recintos autorizados, comprobaremos hasta dónde llega la belleza de un galgo en movimiento. Realmente es un perro de compañía magnífico, y como tal se está reconvirtiendo en España.

Generalizar es injusto y equívoco

Volvemos a insistir: no es justo generalizar, ya que la inmensa mayoría de los galgueros figura entre los propietarios que mejor cuidan a sus perros. Son ellos quienes más se resisten a dar crédito a las noticias de galgos sacrificados de manera brutal, y quienes más se indignan ante estos hechos delictivos: al tiempo que denunciamos estos casos aberrantes les mostramos todo nuestro respeto.

Queremos dar ánimos al Seprona para que ponga a disposición de la Justicia a quienes se comporten con sus galgos de manera inhumana. En el caso extremo de tener que matar a un animal doméstico, evitemos el eufemismo "dormir", el veterinario lo hará de manera digna y humanitaria.

Y sobre todo fomentemos la adopción de galgos, raza especialmente en el punto de mira en cuanto a necesidad de protección. La familia adoptante no demasiado experta suele mostrarse asombrada ante el comportamiento encantador de su galgo cundo se adapta a la vida doméstica, por cierto con gran facilidad.

A las Asociaciones protectoras que están colaborando en el rescate y entrega en adopcion de galgos no idóneos para la caza, nuestro reconocimiento. Sabemos que su labor requiere grandes esfuerzos y que sus recursos económicos son escasos: todo lo contrario que su entusiasmo.

Y a los autores de estas tropelías con sus perros, una llamada a la reflexión. Es una lástima no saber cuál es la fibra exacta de su sensibilidad a la que habría que acceder para hacerlos mejores personas: para que puedan llegar a ser casi tan buenos como sus perros.

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