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Nicolás Paz Alcalde

La Marcha del Partido Único

Es la primera vez que presenciaré una manifestación de un partido en apoyo de sí mismo, sin siquiera disimular al amparo de una causa.

Es la primera vez que presenciaré una manifestación de un partido en apoyo de sí mismo, sin siquiera disimular al amparo de una causa.

La formación política Podemos ha organizado una manifestación para este sábado. ¿Cuál es la reivindicación? Ninguna. Es una manifestación de adhesión, una misa laica, una idolatría civil que promulga una nueva fe.

Podemos nació con un discurso contra una democracia asentada en élites de poder nada democráticas y en una falta de participación real de la ciudadanía. Compramos la idea. Aparece la posibilidad de alcanzar realmente el poder y emprender el cambio –de arriba abajo, a pesar de lo defendido– y los de abajo nos volvemos tarumba y volvemos a sacrificar la diversidad política, el derecho fundamental a pensar libremente, a votar a quien consideremos que representa mejor nuestras ideas, nuestros valores, principios o intereses, o a no votar, de forma consciente, responsable, política. Es la primera vez que presenciaré una manifestación de un partido en apoyo de sí mismo, sin siquiera disimular al amparo de una causa, una coyuntura o un principio.

Aquí se enarbola la bandera de la metafísica abstracta plasmada en la acción concreta de un partido que pretende ahora convertirse en el único interlocutor válido de los intereses del pueblo, otro constructo abstracto, metafísico y proclive a la búsqueda de la totalidad.

No entiendo las totalidades encarnadas –perdónenme mi incapacidad cristiana en estas lides– para convertir una organización o un líder en la representación total, en la salvación. Pero reconozco en la formación que su nombre les construye. Será nominalismo medieval, pero Podemos encarna su nominalidad: voluntad de poder. Y esta manifestación es la expresión de su poder. Están aquí para gritar que Podemos puede. Y entiendo el grito desgarrado, la esperanza, la capacidad para generar ilusión y posibilidad. Pero no comparto los medios. Porque fueron los medios los que nos trajeron a la casta –nadie escapa a la neolengua de Podemos– y son ahora esos mismos medios los que nos llevan a la adhesión del conmigo o contra mí. Lo siento, reclamo mi derecho a existir, a pensar libremente, a cuestionar y criticar al partido único sin ser pregonero ni votante de la casta. Reclamo la democracia que defiende a las minorías políticas, que dialoga con los discrepantes, que integra a la sociedad civil y sus propuestas fuera del circuito único de los partidos. Reclamo la existencia de Podemos en el espectro político siempre y cuando Podemos reclame mi existencia minoritaria, personal, individual y discrepante como valiosa. No lo hizo la casta, veremos si ellos además de poder quieren.

La política se olvidó de la persona y lo hemos pagado. La persona se convirtió en medio al servicio de la nación, la patria, los partidos, las élites o las vulgares carteras y cuentas de la oligarquía del saqueo. Quiero una política con la persona como fin en sí mismo. Será un imposible pero frente al posibilismo del poder existe también siempre la voz del desierto del queremos. No es cuestión de cambiar ahora lo que ya defendimos antes y considerábamos importante. En esto no ha cambiado nada salvo la encuesta del podemos llegar o no. No renunciemos a las formas, porque lo que somos tiene que ver con lo que hacemos, no sólo con lo que perseguimos, por muy loable que esto sea.

Nicolás Paz, coportavoz de Equo Extremadura.

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