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Pablo Kleinman

El orgullo de ser "fascistas"

Ser fascista hoy en día significa defender las libertades individuales, los valores humanistas de Occidente y el sistema por el cual la gente puede elegir libremente a sus gobernantes (antiguamente llamado "democracia participativa").

Se dice con frecuencia que el idioma no es estático sino que evoluciona, se modifica y se retroalimenta, particularmente un idioma como el nuestro que se habla en tantos lugares distintos y por cientos de millones de personas. A la vez, se supone que el diccionario de la Real Academia Española se encarga de mantener las definiciones al día. Sin embargo, consultando la versión disponible por Internet, que contiene las últimas actualizaciones y enmiendas, encontramos:

fascismo.

(Del it. fascismo).

1. m. Movimiento político y social de carácter totalitario que se desarrolló en Italia, en la primera mitad del siglo XX, liderado por Benito Mussolini, y que adoptó como símbolo las fasces romanas.

2. m. Doctrina de este partido italiano y de los movimientos políticos similares surgidos en otros países.

3. m. Actitud autoritaria y antidemocrática que socialmente se considera relacionada con esos movimientos.

Esto nos lleva a pensar que la Academia no está tan aggiornada como lo están las fuerzas progresistas de hoy en día. ¿Acaso no se entera la Academia de que, como tantas otras palabras a lo largo de la historia, "fascista" en el siglo veintiuno significa algo completamente distinto que nada tiene que ver con Italia o con Mussolini?

Según podemos ver frecuentemente, en manifestaciones populares a lo largo de Europa y América, o en el discurso de muchos distinguidos representantes del progresismo internacional como Hugo Chávez y Daniel Ortega, el fascismo de hoy es un fenómeno ciertamente de origen anglosajón, más relacionado con Harry Truman o con Sir Winston Churchill –este último, el fascista por excelencia, según la acepción actual, claro está– que con Mussolini, Hitler, Tojo o algún otro aliado menor de éstos.

Representantes de los sectores más progresistas en Estados Unidos, América Latina y España también han adoptado la acepción moderna del término fascista y así lo vemos regularmente en las audiciones de debate de Televisión Española, en los blogs progresistas que tanta influencia ejercen hoy sobre el Partido Demócrata norteamericano, y en las pancartas que portan representantes legítimos del pueblo como es el caso de los piqueteros argentinos y de los pacíficos partidarios de Evo Morales.

El fascismo de hoy en día cuenta como sus máximos exponentes a países como Estados Unidos, el Reino Unido e Israel, gracias a sus respectivas tradiciones de elegir a sus líderes libremente y a sus éxitos notables en el campo de batalla frente a regímenes totalitarios de las más variadas estirpes.

Ser fascista hoy en día significa defender las libertades individuales, los valores humanistas de Occidente y el sistema por el cual la gente puede elegir libremente a sus gobernantes (antiguamente llamado "democracia participativa"). Al igual que lo fuera en su momento Margaret Thatcher, algunos dirigentes europeos actuales, como Nicolás Sarkozy en Francia o Anders Fogh Rasmussen en Dinamarca, también son fascistas e intentan llevar a sus respectivos países derechos al fascismo.

En América Latina hay tan sólo un par fascistas en el poder hoy en día: Álvaro Uribe en Colombia y Tony Saca en El Salvador. Sin embargo, hay países como Chile, o inclusive Perú y hasta la República Dominicana, cuyos gobiernos no son fascistas pero que adhieren a muchas de las políticas del fascismo internacional porque éstas han sacado a millones de la pobreza, aunque por ello no dejan de constituir un fenómeno inexplicable para el resto del progresismo latinoamericano.

Por último, quisiera hacer referencia a otra palabra cuya definición en el bendito Diccionario de la Real Academia claramente no tiene nada que ver con su utilización actual y por ende necesita una urgente actualización:

progresista.

(De progreso).

1. adj. Dicho de una persona, de una colectividad, etc.: Con ideas avanzadas, y con la actitud que esto entraña. Apl. a pers., u. t. c. s.

2. adj. Se decía de un partido liberal de España, que tenía por mira principal el más rápido desenvolvimiento de las libertades públicas. Apl. a pers., u. t. c. s.Un progresista.Los progresistas.

3. adj. Perteneciente o relativo a este partido. Senador, periódico progresista.

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